Eduardo Zapata
Sobre narrativas e insights
Trabajar profesionalmente y con decisión una propuesta
Ya se ha hecho un lugar común decir que vivimos una guerra de narrativas. Curioso que quienes critican –con razón– la perversa ´victimización´ social urdida por las izquierdas, no se percaten de que están utilizando el mismo papel de víctimas cuando se quejan del ´robo´ que dichas izquierdas han hecho de algunas de las mismísimas banderas liberales. Dicho directamente, si se dejaron robar es que no comprendieron la dinámica del posicionamiento de las ideas.
Cierto que gramscianamente el asunto es apoderarse de la mente de la gente. Allí está el poder. Allí el germen de la revolución. Allí la fuerza capaz de vencer la violencia represora de los Estados. Eso se arguye desde las izquierdas.
Pero más enriquecedor para el análisis resulta ver el asunto no solo en términos de fidedignidad histórica o enajenación de narrativas. Y es que tan o más provechoso que lo anterior es considerar el rol cumplido por las tecnologías de la información bien explotadas y el papel del marketing. Pues he allí donde el antisistema –paradójicamente– ha sacado ventajas sobre los ´groseros capitalistas vendedores de almas´.
ISIS y el Estado Islámico resultan un ejemplo ilustrativo. Aprovechando las indudables deficiencias de los gobiernos, tanto en su gestión como en sus permisividades, sus impulsores han dado a su Fe un ingrediente de verosimilitud que persuade y convoca. A creyentes en el Islam o no creyentes. ¿Qué han hecho? Aprovechar la tecnología existente. Y explotar científicamente insights motivacionales capaces de involucrar gente en su causa. Y lo han hecho con decisión y profesionalismo. Sin temores ni medias tintas.
Algo parecido ocurre con las izquierdas aquí y allá. Les ha bastado construir un relato verosímil de los males de nuestras historias –verificables fácilmente en países como el nuestro– y sembrar la propuesta de la tierra prometida trabajando los insights que mueven particularmente a la gente joven. A aquella que vota en las elecciones. Y frente a ello –en gesto miope– se pretende ´reconstruir´ una narrativa perfecta, ajena a los insights y motivaciones juveniles, que no dice nada a jóvenes sin pasado que, por lo demás, tampoco aceptan fácilmente la edulcoración de ese pasado.
No se trata, pues, de una lucha de narrativas puras e impuras. Se trata de quiénes han sabido trabajar profesionalmente y con decisión su propuesta.
Bien harían quienes aspiran a resaltar las bondades del sistema en reparar en todo esto. Y en vez de circunscribir su preocupación en enajenaciones y narrativas impolutas, tomar la decisión seria y profesional de codificar una narrativa que persuada y convoque, y que esté avalada por la ciencia histórica y por la propuesta concreta de obras y servicios que la gente reclama. Sería la mejor narrativa antisistema.
Como decía Wilhelm Von Humboldt, la lengua (y la vida) es energeia y no ergon o producto.
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