Eduardo Zapata
Sobre la denotación y la connotación en la comunicación
Toda comunicación es un sublime encuentro entre un yo y un tú
Como nos lo reitera Jean-Francois Lyotard –particularmente en sus obras La condición postmoderna y en La diferencia– tal vez hayamos llegado al fin de una época denotativa y el reinicio de una época consultiva. Y es que de hecho nuestras propias investigaciones parecen indicar que la función de la tercera persona gramatical, a la que llamábamos “ello objetivado”, parece ser mejor asegurada por el mundo electronal o digital.
Como sabemos, la palabra denotación aludía a todo aquello que era expresamente dicho, en contraste con la connotación que implicaba subjetividades, reverberaciones, el decir sugerido. Pero de un tiempo a esta parte constatamos con una frecuencia inusual no solo la confusión entre ambos términos, sino hasta el reemplazo de uno de ellos –lo denotado- por el otro: lo connotado. Escuchamos así a locutores decir “El Primer Ministro connotó que la pista de aterrizaje,,,” cuando en el fondo se están refiriendo a una aseveración explícita del indicado funcionario.
Quién sabe hayamos sido víctimas también de las exigencias que muchos comunicadores hacían y hacen aún acerca de que el lenguaje debía de ser asertivo. Exigencia de denotación, entonces. Neutralización inconsciente de la connotación. No había que sugerir sino decir explícitamente.
La esquina antigua de un viejo café miraflorino. La bella bruma. Los pastelillos urgidos por una señora de voz serena e inquebrantable. Un privilegio: Martha Hildebrandt, Luis Jaime Cisneros y también yo sentados alrededor de la mesa.
Y claro que el lenguaje y la lengua nos ganan. Y claro que la preocupación por el decir de la gente nos convoca. Y nos detuvimos ya en aquel tiempo –lo recuerdo bien- en la confusión que aparecía en los medios periodísticos entre denotación y connotación.
Traigo este recuerdo y lo pongo en blanco y negro porque en nuestro esfuerzo por objetivar la tercera persona gramatical, en nuestras presiones por ser denotativos hemos olvidado el valor de la connotación. Y al hacerlo hemos olvidado que en toda comunicación efectivamente hay algo que se dice, pero ese algo es dicho por un yo hacia un tú. Y los interlocutores tienen sus propios mundos subjetivos, de evocaciones y reverberaciones.
Con demasiada frecuencia lo olvidamos. Y a veces podemos llegar hasta a herir a algunas personas a las que respetamos y apreciamos por hacer del nuestro un mundo de asertividades. Está mal que confundamos denotación con connotación; es aún peor que sin querer podamos herir a alguna persona al olvidar que todo acto de comunicación es un sublime encuentro entre un yo y un tú.
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