Neptalí Carpio
Seis preguntas a Keiko Fujimori
Las disyuntivas con miras a las elecciones 2021
¿Tiene Keiko Fujimori una estrategia hacia el año 2021 para asegurar la victoria a la Presidencia de la República? Esta es la primera pregunta que debemos hacerle a tenor de las últimas decisiones de la bancada fujimorista y del gesto de la presidenta del Congreso, Luz Salgado, de no asistir al Consejo Nacional de Estado ni al Acuerdo Por la Justicia convocados por el presidente Pedro Pablo Kuczynski.
¿Cree Keiko que puede conservar un alto grado de popularidad si se propone copar instituciones del Estado como el BCR, el Tribunal Constitucional o la Procuraduría General con personajes cuestionados y ligados a su entorno? ¿Aprobará también aquel proyecto de Ley que propone que el presidente de CONCYTEC sea elegido por el Congreso para ir minando a la SUNEDU y traerse abajo los objetivos de la ley universitaria? Si la respuesta es afirmativa, me parece una pésima estrategia. Con esa opción, el fujimorismo no solo terminará compartiendo el desgaste de un Estado que no da síntomas de cambio, sino que volverá a revivir los demonios del pasado que le impidieron ganar las elecciones en segunda vuelta electoral. Y además provocará que una nueva generación de jóvenes —esta vez de universidades privadas de clase media— le salgan al frente.
¿Apoyará Keiko el proyecto de ley del Apra para modificar la forma de elección y la composición de la SUNEDU y derogar las disposiciones de la nueva ley universitaria que obligan a las universidades a tener el 25% de profesores a tiempo completo? Si el fujimorismo decide aprobar esa ley estará optando por los grupos mercantilistas de las universidades privadas mediocres, que pagan entre doce y veinte soles por hora dictada a sus profesores contratados, y renuentes a invertir en una plana docente de mejor calidad. Y lo más grave, seguirá aislándose de la sociedad y estudiantes que claman por una enseñanza de calidad, provocando el surgimiento de nuevas protestas de estudiantes y profesores. Mala estrategia. En el fondo será una opción de defensa de la mediocridad en las universidades.
¿Apoyará la bancada fujimorista el proyecto de ley para restaurar la reelección de alcaldes, sin realizar ninguna modificación a la Ley Orgánica de Municipalidades, respondiendo a la mera presión de alcaldes que quieren reelegirse? Habrá acertado si elige una opción que establezca la reelección por un solo periodo, pero con cambios fundamentales en la ley municipal, en el sistema político y la ley electoral. Si opta por restaurar la reelección de los alcaldes, sin cambiar nada, será una decisión impopular. Es evidente que no existe ninguna demanda ciudadana para la aprobación de esa ley, y que responde solo a la presión de los alcaldes.
¿Se atreverá el fujimorismo a liderar reformas para evitar una mayor concentración económica, tal como se ha demostrado en el escandaloso caso de concentración de precios por empresas farmacéuticas, o defenderá el statu quo? No lo sabemos. Ninguno de sus conspicuos representantes ha dicho nada.
Si el fujimorismo quiere ser una opción triunfante el año 2021 no puede tener una estrategia pensando en pagar favores políticos. Debe ser, desde el Congreso, una opción que perfeccione el modelo económico, lo proyecte hacia una verdadera economía de libre mercado, dejando de lado los privilegios mercantilistas que favorecen a unos cuantos. Debe asumir el liderazgo para que, antes de las elecciones regionales y municipales del 2018, se apruebe el nuevo código electoral. Y debe ser la fuerza que ponga en la agenda del Congreso las reformas de nuestro sistema político. Si logra hacerlo será indiscutiblemente la opción de cambio que tenga empatía con la mayoría ciudadana.
Imaginando el escenario del año 2021, se le presentan dos opciones a Keiko. O cede a las presiones para pagar favores políticos y cohabita con las deficiencias del Estado y la economía; o impone una agenda de cambios, incluso colaborando con aquellas iniciativas positivas del gobierno de PPK, sin escatimar su afán fiscalizador desde el Congreso. La disyuntiva es entre convertirse en una fuerza restauradora de privilegios, atrapada por el pasado; o ser una opción reformista que lidere el ingreso a las reformas de segunda generación. Esa es la cuestión que Keiko debe resolver.
Neptalí Carpio
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