¡Salaverry, lealtad!

Me parece que calificar estos cincos años (2016-2021) como el quinquenio perdido es poca cosa. En realidad deberíamos hablar de 15 años perdidos, si sumamos los gobiernos de Alejandro Toledo, Ollanta Humala, PPK y este presente incierto. ¿Por qué los gobiernos que sucedieron a Alan García no gobernaron de la misma manera que lo hizo el Apra? Si hubieran gobernado igual, los peruanos no tendríamos los problemas en salud que persisten hoy en día; imagínense si tan solo se hubieran inaugurado otros 40 o más hospitales como lo hizo el Apra (2006-2011) o si se hubieran asfaltado otros 10,500 kilómetros en carreteras desde 2011: habría más pistas y menos trochas. Son hechos, no palabras que se las lleva el viento.

Si hubieran gobernado como el Apra lo hizo, el Perú hubiera continuado su camino al desarrollo y no tendríamos nada que envidiarle a cualquier país europeo. Pero, esa costumbre de destruir al rival político a como dé lugar ha terminado afectando a quienes menos tienen. ¿Qué ocurrió con el Perú antes de 2006 y después del 2011?

Alejandro Toledo, quien ahora estaría ofreciendo pagar un millón de dólares con tal de que lo liberen de la cárcel en Estados Unidos, fue un presidente frívolo. ¿Por qué no continuó el tren eléctrico? Ahora preso, estaría hasta dispuesto a usar un grillete electrónico. ¿Cuestión de poca dignidad o síndrome de abstinencia? Ciertamente, Toledo ha degradado la Presidencia de la República. 

Ollanta Humala se dedicó a perder tiempo haciendo campaña por todo el país a favor de su esposa, Nadine Heredia. PPK emulando a Belaunde Terry, era prácticamente otro "nubenauta" en la presidencia. De allí, en adelante, todo ha sido pleito y más pleito. El Perú gira en torno al "nos vamos todos", mientras perdemos tiempo valioso. Tiempo que no tienen los niños que sufren anemia o los peruanos en el norte del país.

Deberíamos mirar más al centro de la política, y apartarnos de esos extremos de izquierda y derecha que tanto daño le hacen al país. Miren no más cómo han acabado países como Venezuela e incluso Bolivia porque, digan lo que digan, un tipo como Evo Morales, que desde 2006 se reelige como presidente (incluso dándole la contra al referéndum) es todo, menos un demócrata. Así me hablen del desarrollo energético de Bolivia, para mí es más importante la libertad. Lástima que unos tengan alma de esclavos en pleno siglo XXI.

¡Salaverry, lealtad! No recuerdo un Congreso de la República tan satanizado como este. Nos guste o no, fueron elegidos en un proceso democrático. Y es el fiel reflejo de nuestra sociedad. Daniel Salaverry, por ejemplo, también es reflejo de nuestra sociedad. Traicionó al Apra, al fujimorismo y ahora firma con el partido del pastor Lay. No sé si ha llegado al extremo de traicionar a Dios, como Marco Arana, pero el hecho es que siempre han existido traidores en la historia del Perú y del mundo. Daniel Salaverry quiere ser presidente y tal vez cree que ha elegido el país perfecto para cometer semejante aventura. No menosprecie a los peruanos, congresista. 

Hace un par de semanas terminé de leer el libro autobiográfico "Un mundo sin miedo" (2005), del exjuez español que saltó luego a la política, el famoso Baltasar Garzón. Me queda la sensación de que el hombre se sentía predestinado o elegido para salvar al mundo del mal; una especie de superman de la justicia y la ley. Confieso que a medida que pasaba las páginas, sentí como si estuviera adentrándome en la mente de otros justicieros más criollos. Garzón fue acusado de abusar de su poder e inhabilitado de la carrera judicial. ¡Lean cómo exalta la figura de Salvador Allende! Todos tienen su corazoncito.

Esta semana vuelve al Congreso la discusión sobre la Ley del libro. Un informe del MEF indicaría que no se ha apreciado ningún incremento en el hábito de la lectura en relación a los beneficios tributarios. En nuestro país, se lee muy poco, apenas un libro al año. Este último punto tiene mucho que ver con los tres puntos anteriores en esta columna: Lean.