Aldo Llanos
Rosario de Hombres Perú 2022
Una oportunidad inmejorable de unidad y testimonio
Este sábado 28 de mayo a las 9:00 a.m. se llevará a cabo en la Plaza de la Bandera (Pueblo Libre) un evento que ya se ha realizado exitosamente en otros países del mundo. En este evento numerosos hombres se congregan públicamente para rezar juntos el Santo Rosario y así dar testimonio de su fe. Si bien el contexto en el que nació (Polonia) es muy distinto al del Perú de hoy, es justo y necesario mantener el verdadero sentido de esta hermosa devoción católica. Y para ello planteo las siguientes sugerencias:
1.- No mezclar piedad con política. Si se mezcla, por lo general es porque hay una manipulación grosera de la fe con fines puramente mundanos. Por ejemplo, si alguien afirmara “rezamos el Rosario para salvar al Perú del comunismo, como se hizo en Polonia”, entonces se estaría llevando a cabo una extrapolación abusiva de contextos y travistiendo el activismo político con el rezo. ¿Cómo nos curamos en salud de ello? Sencillo, rezando por todos los políticos, sean de nuestro agrado o no, piensen como nosotros o no, para que el Perú pueda vivir cada vez más unido. Eso no es sinónimo de pensamiento único. Si alguien apareciese con pancartas o empieza a corear lemas “contra Castillo”, “contra el comunismo” (obviando al capitalismo neoliberal, claro está), o contra “la ideología de género” estaría en el lugar equivocado.
2.- Congregados en torno a María, “ya no hay los que son de Pablo y los que son de Cefas”. El manto de María nos cubre a todos bajo un imperativo: “Hagan todo lo que Él les diga” (Juan 2, 5). En ese sentido, el llamado a rezar el Rosario, como en esta ocasión, nos permitirá unir en oración a una diócesis de por sí bastante polarizada, en buena parte, por el surgimiento de los teopopulismos de izquierda (setentera-ochentera y que ya peina canas) y de derechas (mucho más recientes e impulsados por el “trumpismo”). En ese sentido será muy pertinente no solo invitar a amigos que ven la Iglesia del mismo modo que nosotros.
3.- Dando al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Esto se hace extensivo en lo formal cuando se invita al arzobispo de la diócesis, al cual, por sentido eclesial y por elemental cortesía, se le cursa la invitación. También a las autoridades civiles, quienes, aunque no tengan injerencia en lo espiritual, sí la tienen en cuanto a los permisos municipales necesarios al congregarse varias personas en un determinado distrito. No hacerlo y luego victimizarse, si es que ocurriese algún inconveniente, sería el modo de destruir esta hermosa iniciativa y de contribuir más a la polarización que aún padecemos al construir la dialéctica “ellos versus nosotros”. ¿No es acaso el rezo del Rosario una experiencia de unidad y comunión?
3.- Remarcar que todo rezo del Rosario, público o privado, tiene el mismo valor. El rezo del Rosario es una devoción que incluye a todos los varones de Lima, independientemente de su estado de vida. Los invitamos a hacerlo, en medio de sus actividades y labores profesionales del “día a día”. En ese sentido, esta congregación es simplemente un rezo del Rosario más que no le añade más valor por el hecho de que sea masivo. Todo lo contrario, es un acicate para continuar haciéndolo como también para retomarlo o hacerlo por primera vez.
4.- Perdonar devolviendo bendiciones por los males recibidos. Y si hubiera sectores o personas concretas que denuesten la actividad calificando a los presentes o a los organizadores de “patriarcales”, “machirulos” o “fachos”, solo hay que recordar que estos y los que estaremos presentes somos frágiles, débiles y llenos de errores y que, por esa razón, pedimos a la Virgen y le agradecemos en cada momento sus palabras: “¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?”
Por estas (y muchas razones más) nos vemos a las 9:00 a.m. en la Plaza de la Bandera, con la mayor disposición. Y si no pueden asistir, nos uniremos en la distancia. Que la Virgen nos ayude a forjar caminos de amor y amistad para nuestra patria. Que así sea.
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