¿Ricos versus pobres?

Por desconocimiento hay quienes argumentan que existe un sistema de producción que genera más pobreza porque incrementa la concentración de la riqueza, lo cual es totalmente falso a la luz de las evidencias. Según el World GDP over the last Two Millennia: “(El Producto Bruto Mundial de los dos últimos milenios), el fortalecimiento y expansión del comercio internacional ha generado riqueza y, principalmente, mejorado la calidad de vida de miles de millones de personas alrededor del mundo”.

Analizaremos cuatro períodos que corroboran nuestra afirmación. En 1900, el Producto Bruto Mundial (PIB) calculado en dólares internacionales al 2011, se estima en US$ 3,418,753 millones. La población a inicios del siglo XX era de 1,563 millones y los ingresos per cápita ascendían a US$ 2,187.

Para 1950, el PIB fue de US$ 9,251,063 millones. La población durante las primeras cinco décadas del siglo pasado fue de 2,528 millones y los ingresos per cápita ascendieron a US$ 3,659; es decir, luego de las dos mayores conflagraciones bélicas que representaron la primera y segunda guerra mundial, que culminaron con la división del mundo en dos ejes principales, por un lado, el sistema capitalista y, por el otro, el socialista.

Como demuestra la historia, el denominado bloque comunista, liderado por la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), estalló en 1989 con la caída del muro de Berlín, que generó la reunificación de Alemania en un solo país. Tras la derrota del eje constituido por Alemania, Japón e Italia, en cada uno de estos países se consolidaron los principios basados en la libre iniciativa privada, el libre mercado y el fortalecimiento del sistema democrático.

El auge del capitalismo con posterioridad a la segunda guerra mundial representó un crecimiento de aproximadamente 67% del PBI per cápita y son precisamente los países que optaron por la democracia y la expansión de sus economías las que proveen mejor calidad de vida a sus ciudadanos. En el siglo XXI, con el ingreso de la informática, el producto bruto mundial se expandió hasta alcanzar los US$ 63,100,900 millones para una población de 6,149 millones; es decir, se multiplicó 2.4 veces y el ingreso per cápita casi se triplicó hasta llegar a los US$ 10,262.

Algunos dirán que el PBI del año 2000 es más de seis veces el de 1950, lo que implica una concentración de la riqueza. Efectivamente es así, pero quienes tienen la capacidad de decisión en términos económicos no es que acumulen dinero para observarlo, sus ingresos son invertidos y es a través de esta inversión que se generan nuevas oportunidades, más puestos de trabajo y el bienestar en general se incrementa. Si el capital acumulado fuese distribuido equitativamente, como es el sueño socialista o comunista, lo que sucedería es que el mundo se estancaría porque se consumirían los recursos que son destinados a la reinversión en las diferentes áreas productivas.

Al 2015, el PIB fue de $108,120,000 millones. La población alcanzó la cifra de 7,427 millones y los ingresos per cápita ascendieron a US$ 14,558. Del análisis de las cifras podemos concluir que entre 1900 y 2015 la población se ha multiplicado 4.75 veces, la riqueza casi 32 veces y el ingreso per cápita lo hizo 6.65 veces.

Como hemos podido apreciar, lo que algunos denominan “ricos”, con una connotación casi despectiva, están dejando de lado la capacidad organizativa, de gestión y de liderazgo de estos personajes. También, menoscaban el hecho que la riqueza se genera y como consecuencia se incrementa. El sistema productivo no expolia nada en perjuicio de un segmento de la población, en este caso los pobres. En cambio, un mal manejo de los recursos que recibe el Estado, provenientes de todos los ciudadanos, sí empobrece. Por esta razón, el sobredimensionamiento del Estado siempre resulta perjudicial para lograr mejores niveles de calidad de vida.