Reasentamientos o abandono

Una propuesta para que los servicios básicos lleguen a las comunidades más alejadas.    

Según el INEI, existen en el país 73, 611 poblados con menos de 100 habitantes. Unos 5´984,833 personas viven esparcidas en costa, sierra y selva, en lugares donde los servicios públicos básicos son inexistentes o de pésima calidad. La ausencia del Estado - todavía una constante - hace que pocos tengan acceso a servicios médicos y a educación de calidad. Para asistir a clases, miles de escolares se trasladan diariamente a pie de un pueblo a otro. La mejor idea es la centralización. La mejor política de inclusión social es darle a la población todo tipo de facilidades.

Médicos de Familia fue un programa impulsado por la anterior gestión del Gobierno Regional de Junín respondiendo a esta dispersión y a una realidad geográfica adversa. Pueblos del Perú profundo esparcidos con inexistentes e insuficientes transportes públicos. Un alcalde, un juez, un policía y un maestro no lo es todo. No es suficiente una choza con bandera y escudo anunciando una institución pública. El Estado, como cualquier otro ente, se mueve cuando respira, cuando sus signos vitales le permiten reaccionar inmediatamente a cualquier estímulo externo, no después ni cuando una desgracia acontece. Para la colectividad provinciana el Estado es un paciente en coma desde hace tanto. Como dijera Manuel Scorza: “Nunca hay nadie” en la serranía. La autoridad siempre está “ocupada en viaje de comisión”, en viajes imitados por todos, hasta en colegios de la gran Lima. Hasta para un simple certificado de estudios hay que tener suerte de encontrar al encargado de darlo.

Robert Salameh Mubarak - huancaíno por los cuatro costados - plantea la unificación de esos pequeños poblados descentralizados. Construir poblaciones rurales aglomeradas es una alternativa para las localidades dispersas y atomizadas, para abandonar ese modelo de territorialidad que genera altos índices de pobreza, escasez de servicios básicos, ínfimos niveles de productividad y casi nulas alternativas para el desarrollo personal y colectivo, para alcanzarlos y no abandonarlos a su suerte, para que el Estado esté presente siempre y no de manera casual, cuando se le ocurra, cuando busque votos en tiempos de elecciones, cuando una desgracia los ponga en el mapa de los desesperados clamando ayuda y justicia.

El Ayni es “una forma tradicional de ayuda mutua”. Las faenas dominicales en barrios populares son una muestra de colaboración y solidaridad entre los más pobres. Ese día los niños venden chups, chicha morada y cancha blanca, otros pollada y aguardiente. Todos llegan con pico, pala o carretilla para ser útiles de alguna forma, de manera unida por  un objetivo en un sólo lugar. Como el Estado no puede atender diversos poblados al mismo tiempo en lugares remotos, Salameh Mubarak propone concentrar a los pobladores y servicios públicos en un sólo pueblo al alcance de todos.

Organismos del Estado, de gobiernos locales y regionales diluyen enormes cantidades de dinero en asistencialismo (clientelismo) como presencia pública. Un 70% de la inversión social termina en todo menos en el usuario final, en el poblador más alejado, más pobre y olvidado del país. Quienes viven de la pobreza siempre encuentran excusas para evitar que el Estado reformule su obligación con las mayorías. Un plan de reasentamientos voluntarios podría sacar de la pobreza a más peruanos que viven aislados, ausentes de la dinámica global, con sus talentos aniquilados por falta de oportunidades.

Por: Manuel A. Gago Medina
20 - Abr - 2015