Jorge Varela

¿Quién es verdaderamente Gabriel Boric?

¿Redentor radical o inexperto embaucador?

¿Quién es verdaderamente Gabriel Boric?
Jorge Varela
09 de enero del 2023


Diversos articulistas y ensayistas han enfocado su mirada penetrante en Gabriel Boric, actual presidente de Chile, cual si fuera un singular personaje político al que es necesario analizar y diagnosticar, cómo se hace con aquellos pacientes cuyo estudio de la mente permite arrojar pistas sobre su función neuronal. En este caso se trata de alguien que detenta temporalmente el poder –según sus palabras: “lo habita”– e incide de forma positiva o negativa en la gobernanza de una sociedad acostumbrada a ser pautada casi siempre desde arriba. 

Ascanio Cavallo, Rafael Gumucio, Jorge Schaulsohn, Ernesto Ottone, Patricio Navia, Alfredo Jocelyn-Holt, Lucy Oporto, Carlos Peña, (periodistas, políticos, sociólogos, cientistas, historiadores, filósofos, rectores universitarios), entre varios más, han hecho un bosquejo de algunos rasgos y descrito aspectos de la figura pública chilena de 2022 que merece ser examinada para conocer mejor su pensamiento y las motivaciones de sus actitudes y de su comportamiento social, porque al final es la ciudadanía la que escucha decires y soporta las decisiones y maromas conocidas de quien, sin duda, es genio y figura. 

Rasgos y lazos totalizantes 

Iniciemos pues, algo parecido a una disección no-corpórea. Comencemos por lo que para muchos es un punto básico de partida, su naturaleza primaria: “nuestro presidente es un estudiante”. Así lo ha definido con acierto en un artículo apologético, el escritor Rafael Gumucio. 

Boric es “un presidente que lee libros y que se preocupa de qué lugar va a estar en ellos… que conectó finalmente con un Chile que tiene urgencia de presente… después de desperdiciar los primeros seis meses de su gobierno haciendo campaña por una nueva constitución que no tenía futuro alguno. Se demoró por ese rasgo totalizante y en cierta medida totalitario que le asiste a su generación” (Rafael Gumucio, “Gabriel Boric, un hombre siempre a prueba”. Ex-Ante, 29 de diciembre de 2022). 

Jorge Schaulsohn ha escrito que Boric “es un político honesto, un idealista pragmático; pero con una visión cuasi adolescente de la política… incapaz de romper sus lazos afectivos con el octubrismo” (“El Presidente Boric y el síndrome Peter Pan”. Ex-Ante, 30 de diciembre de 2022).

Inexperto, de responsabilidad disuelta 

Según Patricio Navia, “la inclinación natural del joven e inexperto mandatario es ser el líder estudiantil radical e irreflexivo de la campaña de primera vuelta… su verdadera personalidad es la del joven universitario despeinado”.(Patricio Navia, “Compañero Boric”. El Líbero, 3 de enero de 2023).

Refiriéndose al valor de la experiencia, Ascanio Cavallo dice que: “para algunos críticos, Boric no tiene ese nivel de contundencia política (de experiencia)... Es una de sus debilidades la falta de experiencia. Siempre a la falta de experiencia hay que sumarle la dosis necesaria de humildad. Esta generación no la tiene. La ha ido adquiriendo a golpes” (Ascanio Cavallo, entrevistado por Ex-Ante. 30 de noviembre de 2022). 

A su vez Pablo Ortúzar señala que “hasta ahora, Gabriel Boric ha ascendido, al igual que muchos otros políticos con buena estrella, traspasando las externalidades negativas de sus actos, luchas y causas a terceros. Esto ocurre porque, en tanto representante de tal o cual causa o movimiento, su responsabilidad se disuelve –hasta cierto punto– en las de los representados” (Pablo Ortúzar, “Puso sus manos al fuego, Presidente”. La Tercera, 3 de enero de 2023). 

“Más que un Presidente que vele por el bienestar de todos los chilenos y que tenga como norte el estado de derecho y la protección de los más vulnerables, este Presidente aspira a ser el compañero Gabriel. Boric se siente mucho más cómodo siendo el líder estudiantil accidentalmente devenido en Presidente” (Patricio Navia, “Compañero Boric”. El Líbero, 3 de enero de 2023).

Impostor y redentor octubrista

“Ya sabemos qué tipo de persona es y cuál será el legado de su gobierno. Boric ha sido más feliz, ha actuado de forma más natural y se ha sentido más cómodo cuando se manifiesta su personalidad de Presidente de izquierda radical, que se opone al libre comercio, que indulta a delincuentes y que insiste en su sueño de implementar políticas estatistas fracasadas. (Patricio Navia, “Compañero Boric”).

No obstante por sobre todas estas miradas agudas sobresale la de una filósofa, Lucy Oporto, quien sostiene que “la fractura interior de Boric es una imagen de la fractura y la polarización del país: un día Allende, otro día Aylwin, sin que ese travestismo de las identidades parezca importarle. A veces recita poemas, contribuyendo así a banalizar aún más el lenguaje desde su propio vacío. Es como Nerón, cantando y tocando la lira, mientras Roma se incendiaba”. Preguntada acerca de los indultos y sus consecuencias simbólicas, ha respondido que “demuestran que Boric ‘nunca’ abandonó el octubrismo, que su postura moderada y dialogante era una impostura, y que ha mentido desde el principio. Tal decisión es su justificación retrospectiva, casi una emboscada. Es una burla” (entrevista en Ex-Ante, 1 de enero de 2023).

La mirada de Oporto es una mirada de acero: dura, contundente, demoledora. 

El rector Carlos Peña afirma que Boric es “suficientemente inteligente”, pero “ha cometido persistentemente el error de creer que todo se arregla a punta de excusas. Como un fanático religioso que se alegra de pecar porque le da la oportunidad de reconciliarse con Dios. Un político de veras no homenajea a sus convicciones; está atento a las consecuencias que de sus convicciones se siguen en la realidad… Quien se ve a sí mismo como redentor, ve a los demás como víctimas estúpidas, como corderos sacrificiales. Estamos siendo gobernados por una generación que tiene una visión errada de la realidad social, que tiene déficits intelectuales a la hora de comprenderla y que ha sido acunada por los medios de comunicación y por los políticos durante la última década, convenciéndolos de que son redentores” (La Tercera, 31 de diciembre de 2022).

¿Quién es verdaderamente Gabriel Boric? 

Es la gran pregunta cuyas respuestas en desarrollo admitirán nuevas versiones.

Quizás debido a sus repetitivas alusiones a Salvador Allende, es posible que Boric se sienta un Allende transfigurado, una especie de novel redentor del pasado o ¿será que nuestro Gabriel es otro?: una versión millennial sin pulir del “yo es otro” de Rimbaud. 

Después de tanta contorsión personal e intelectual, –si a esta última se la puede llamar de ese modo–, todo estudio y análisis relativo al personaje de marras es objeto válido de interpretación. ¿Por qué no pensar que en sus noches hasta él se interrogue a sí mismo?: ¿quién soy yo?; y sus conclusiones no se las cuente ni a sus más cercanos compañeros de ruta. 

Desde el psicoanálisis se sostiene que el ‘yo es otro’ resume el drama de la identidad, de la construcción del yo que no podría llevarse a cabo sin la alienación a ese otro con el que uno suele identificarse. Con la lucidez que le era característica Jorge Délano (Coke) –fundador de la revista chilena de sátira política Topaze tituló hace décadas uno de sus libros de la siguiente forma: “Yo soy tú”, texto que es recordado por sus características de magnífico desdoblamiento humorístico autobiográfico. (Editorial ZigZag, año 1954) 

¿Acaso Gabriel se siente ese nuevo Salvador cuyo espíritu ha vuelto a deambular por pasadizos trágicos? o ¿es su compulsión infantil por saltar torniquetes institucionales, lo que causa sus torpezas, tropiezos y caídas?

Nuestra segunda percepción es que el ‘ello’ psíquico de Gabriel rige su conducta, sin tener en cuenta las posibles consecuencias, y que su conflicto principal es con el ‘superyó’ –ese conjunto de valores morales y convenciones sociales en que quisiéramos proyectar la mejor versión de nosotros mismos–, un superyó que lo presiona para ajustar su personalidad a lo que se considera correcto y/o perfecto a nivel social. 

En este caso el ‘yo’ –conocido como ‘principio de realidad’– mediador entre el ‘ello’ y el ‘superyó’, no logra contener al ‘ello’ y aplacar sus impulsos, pulsiones y deseos, terminando por romper las normas del ‘superyó’ y satisfaciendo prioritariamente los deseos radicales del ‘ello’.

Según una aportación de Anna Freud a la teoría psicoanalítica, el ‘yo’ es un espacio en el que se observa todo lo que ocurre en el ‘ello ‘y el ‘superyó’. Cuando el ’yo’ fracasa en esa mediación y no logra encontrar un equilibrio óptimo entre estas dos instancias es cuando aparecen síntomas de sufrimiento psíquico.

Jorge Varela
09 de enero del 2023

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