Eduardo Zapata
Que Dios nos ayude
La sociedad toda exige que sus líderes emitan signos claros
Atendiendo la comunicación política desde la perspectiva de un sistema de probabilidades informativas, probablemente ningún lugar común sea más común que lo ´políticamente correcto´. Y el lenguaje de gobierno, al volverse milimétricamente previsible en su vaciedad, solo suma semánticamente cero. Y ello –políticamente– significa tanto como tirar un dado que tenga las seis caras iguales.
Ya en la década de los sesenta del siglo pasado, el psicólogo cognitivo Howard Gardner empezaba a subrayar la existencia e importancia de las llamadas inteligencias múltiples. El quehacer humano –y las mismas decisiones tomadas por el hombre– sabía menos del racionalismo que suponíamos y más de lo que llamaríamos inteligencias blandas. En este mismo orden de ideas, los laboratorios del MIT revelaban que junto al pensamiento intelectual –aquel que se cultiva con palabras y números– existía el pensamiento sensorial y nos revelaban que ambos tipos de pensamiento conducían a la abstracción.
Y ahora empezamos a hablar de la inteligencia artificial y de sus límites y posibilidades. Y como ocurre con toda tecnología, hablamos de ella más con pasión que con comprensión. A este punto, y dada la realidad física, tecnológica y cultural del mundo, convendría que empecemos a tratar de poner en diálogo la inteligencia natural, la inteligencia artificial y la inteligencia climática. Pues no será el negacionismo algo de lo que saquemos provecho.
En la década de los ochenta los signos políticos, sociales y económicos exportaban agotamiento, desorientación y agobio. Sin embargo, y a pesar de las diferencias que mostraban los candidatos de aquel entonces (por intereses electorales), había un convencimiento general: se necesitaba tomar medidas drásticas y se sabía cuáles eran.
Hoy nuevamente la población se siente agotada, desorientada y agobiada. Y la sociedad toda exige que sus líderes –si desean serlo– emitan signos claros. Desde una comprensión del Perú y del mundo que posibilite –a partir de la cultura y de la ciencia– trazar un mapa bastante aproximado de qué podemos y tenemos que hacer como país no solo para ´durar un tiempito´ sino para pisar fuerte y concretamente en el diálogo de las inteligencias al que hemos hecho alusión. A fin de cuentas la expresión que titula esta nota fue dicha luego de anunciar medidas radicales. No tendría sentido pedir la ayuda de Dios para algo que no se acomete.
Como bien sabemos, en la comunicación política los signos deben luchar para lograr un posicionamiento y un lugar. De hecho, compiten con otros signos. Solo serán aprehendidos aquellos que sean percibidos como confiables, creíbles y sostenibles en el tiempo. Y en tal sentido serán aprehendidos aquellos que respondan al viejo quid de la comunicación: quién, qué hace, cuándo, dónde y para qué.
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