Fernando Vigil

¿Por quién no votar?

¿Por quién no votar?
Fernando Vigil
21 de enero del 2016

Sobre la influencia del estatismo en las elecciones

Cada vez que se aproxima una elección –sobre todo si es presidencial– resulta inevitable hablar de política con la familia y los amigos. Y la pregunta que surge en cada conversación es: ¿Por quién vas a votar? Una interrogante difícil de responder, más aún ahora que contamos con 19 candidatos presidenciales.

Ante este escenario, la pregunta más apropiada es: ¿Por quién no votar? Así resultará más fácil descartar candidatos y, como siempre, elegir al que consideramos el menos malo de todos.

Para tomar tan difícil decisión debemos pasar a cada uno de ellos por el “filtro anti-estatista”, para identificar y descartar a través de sus propuestas –hayamos o no leído sus planes de gobierno o solo los hayamos escuchado– a aquellos que aún siguen creyendo que solo el Estado va a salvar al Perú.  Y es que las prácticas estatistas son un grave mal para el progreso de una nación, pues el estatismo al intervenir en todos los aspectos de nuestra vida individual y social, intenta planificar y regular nuestras iniciativas y proyectos.

Friedrich Hayek, Premio Nobel de Economía, en su célebre libro “Camino de Servidumbre” (1944), explica que las medidas estatistas llevan al hombre a ser un siervo del Estado, pues la dirigencia política al controlar la economía bloquea la acción humana y construye un camino que recorta las libertades civiles. Además, conforme se va implementando una política estatista, inmediatamente, surge otra igual o de mayor magnitud.

Este filtro nos permitirá identificar a los candidatos que apuestan por un Estado que controle la economía, que establezca precios mínimos a productos y salarios, que le diga al empresario lo que debe producir, y que aumente las regulaciones. También nos permitirá ubicar a los candidatos que buscan favorecer a poderosos grupos económicos mediante privilegios legales (monopolios), o a pequeños grupos de empresas –que no pueden enfrentar a sus competidores extranjeros– mediante subsidios, altos aranceles a las importaciones o tasas antidumping, en desmedro de millones de consumidores (principalmente los más pobres).

Lamentablemente ninguno de los 19 candidatos tienen propuestas anti-estatistas. Todos siguen creyendo que los recursos caen del Cielo como el maná bíblico, y que es el Estado el que los distribuye. Esa idolatría es un denominador común. La izquierda en mayor medida que la derecha, pero ambos sectores utilizan el discurso populista, tan necesario para comprar votos. Por eso, lo que jamás debemos olvidar es que el candidato que más promesas y ofertas electorales hace, es el candidato que más “nos va a robar”.

A pesar de este panorama confuso, donde la derecha, el centro y la izquierda son categorías sin sentido, como ciudadanos responsables existe el deber moral de elegir al candidato menos estatista de todos. Esperemos que algún día exista un candidato presidencial con la capacidad suficiente para devolvernos la fe en el mercado y no en el Estado.

 

Por Fernando Vigil

 
Fernando Vigil
21 de enero del 2016

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