Eduardo Zapata
Plan lector o plan escritural
Para que los estudiantes conozcan mejor el idioma
Enamorados solo de lo que nos “fascina” —porque de veras nos fascina o nos debe fascinar— hemos hecho de la lectura de textos producidos por terceros prácticamente un objeto de culto. A tal punto que en una obra literaria, por ejemplo, ya no nos interesa la función poética, sino la historia, la anécdota pura.
A este punto recordamos viejas conversaciones con el profesor Albert d´ Haenes, quien nos invitara a un stage en Lovaina la Nueva y quien era un apasionado por el tema de la escritura. Analizaba todo siempre con el escalpelo del medievalista que era y que, entre otras cosas, miraba la escritura como un instrumento cultural en sí, y no como un hacedor de historias. Nunca olvidaremos la rebeldía que le causaba ese lugar común de que “el periodismo es una historia bien contada”.
Pero siendo él un historiador —de los más reconocidos de Bélgica—, con su apasionamiento habitual y feroz mirada crítica nos repetía que “el texto es abstracción de un completo caduco que se trata de volver nuevamente presente, de re-presentar recurriendo al imaginario historiador…”.
Sirva el dimensionamiento de las palabras dichas para continuar el tema de nuestra desastrosa capacidad de leer en el Perú. Ya lo dijimos por allí: qué PISA ni qué PISA; mientras cualquier lengua extranjera se aprende a leer y escribir en cuatro años aquí nos demoramos once.
Cuando se es escribe, forzosamente se hace una operación dual: leer y escribir. Sencillamente no se puede escribir sin haber leído lo que se escribe. Esta obviedad no parece ser tan obvia para nuestras escuelas. En el Perú los Minedus respectivos contratan asesores y consultores para hacer grandes planes lectores, pero dejan en algún rincón pedagógico la escritura.
Tal vez haya llegado el momento de hacer no un recuento de lo “completo caduco que se trata de volver nuevamente presente” para emprender la formulación de un gran Plan Escritural para nuestros niños y jóvenes. Donde lo caduco dejaría de serlo gracias al interés del estudiante y donde la libertad y la creatividad sean alentadas. Que cada palabra resuene con vitalidad y que el estudiante sienta que el lenguaje es un conjunto real de posibilidades expresivas de los hablantes.
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