Martin Santivañez
Picotazos de la chalina
Sobre los golpes bajos de Susana Villarán al PPC y a Lourdes Flores
Está en su naturaleza y no debe sorprendernos, sin embargo, a pesar de todo, no deja de indignar la hipocresía de la chalina en su trato con el PPC. Si Villarán está en el cargo destruyendo el transporte limeño con una reforma planificada para su reelección es gracias a los amigos del PPC. Sin el apoyo del PPC, Susana Villarán no sería la alcaldesa de Lima. En aquellos días el argumento fue el de la “institucionalidad”. El tiempo ha demostrado que la alcaldesa es única, irrepetible, cuando se trata de doblegar las instituciones y debilitar al Municipio. Los procesos, las reglas de juego y las organizaciones municipales padecen una anemia gerencial que se traduce en la incapacidad de la chalina para todo lo que sea organización. Lamentablemente, el origen de la desorganización villaranista es el apoyo organizado del PPC.
Con todo, este apoyo hasta cierto punto puede perdonarse. A pesar de que se les dijo, se les insistió y se les pasaron películas, los amigos del PPC pueden sostener que apoyaron a Susana Villarán por las instituciones, por las reglas de juego, por el progreso para todos. Estoy convencido que muchos pepecistas sí actuaron por este motivo. Otros, por su propia conveniencia. Pero esta ambivalencia fue compartida por un gran sector del espectro político. Un sector liberal, por ejemplo, apostó por la continuidad de la chalina, apoyando el colectivismo del proyecto caviar. En suma, tanto el PPC como ese sector liberal, pueden ser perdonados, si asumimos la buena fe política o la ingenuidad institucional. Ojo: perdonar no significa dejar de señalar el error.
Pero lo que no tiene perdón es la actitud siniestra de la chalina. La entraña cainita del villaranismo ha saltado a la vista cuando la lideresa coyuntural de la progresía ha decidido picotear los ojos de Lourdes Flores en plena campaña electoral. Es natural que el PPC se aparte de la debacle roji-verde del villaranismo, dada la magnitud del desastre. Lo antinatural fue esa simbiosis momentánea, alejada de la doctrina social de la Iglesia que reclama, siempre, una dimensión performativa en la política. Para el PPC es natural y prudente no repetir el error de la revocatoria. Lo que no es de recibo es la reacción maniquea de la alcaldesa Villarán que se apresura a morder la yugular de Lourdes Flores atacándola con dolo, a pesar de estar en deuda con ella. La deuda no solo es moral, también es política.
Este es el pago de la izquierda. Pactar con la progresía, buscar una alianza momentánea, contemporizar con el error siempre pasa factura. Creer que es posible domesticar a un sóviet radicalmente ideologizado es una utopía romántica que termina estallando en las manos de los que creen que no existe lo bueno o lo malo en la vida pública. El arribismo político y la conchudez electoral producen alianzas esperpénticas que terminan de esta forma: con insultos, picotazos y vestiduras rasgadas. Estoy seguro que el PPC ha tomado nota y que no repetirá un error como este. Porque de la izquierda “moderna y socialdemócrata” todo, absolutamente todo, se puede esperar.
Por Martín Santiváñez
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