Tino Santander
Peter Cárdenas: derrotado por la realidad
Sobre las razones del fracaso de la izquierda radical armada de los 80.
Escuchar a Peter Cárdenas, entrevistado por Augusto Álvarez Rodrich, fue volver al pasado. Recordaba los años 80 cuando se inició la guerra interna en el Perú. La juventud universitaria -de esa entonces- debatía ardorosamente como hacer la revolución. Cada grupo era más “radical” que el otro, cada vanguardia se consideraba “la auténtica” heredera de Mariátegui.
Mi padre, viejo militante aprista, me dijo en 1972, cuando cumplí 9 años: “desde hoy se inicia su educación en el antimperialismo y la lucha por la justicia social. Usted tiene que leer y estudiar mucho para ser una gran revolucionario”. A los pocos años murió mi querido viejo, pero seguí sus pasos: educarme en el antimperialismo y la lucha por la justicia social. No llegué a ser un revolucionario, pero lo intenté.
El surgimiento del MRTA y de Sendero Luminoso fue el inicio de un gran debate en la militancia juvenil izquierdista y aprista de esos años. Miles de jóvenes apristas planteaban integrarse al MRTA u organizar un nuevo movimiento guerrillero que recogiera la tradición insurgente aprista. Los jóvenes ochenteros sentíamos que en el Perú no tendríamos ninguna oportunidad de vivir con dignidad.
La violencia estructural agobiaba a millones de peruanos, la alucinante influencia ideológica de los marxismos, la represión policial de la protesta social, la incompetencia de los partidos políticos, la agudización de la crisis económica, empujaron a los jóvenes al fanatismo ideológico.
Dentro de mí creía que solo a través de la lucha armada podríamos construir el “paraíso socialista”. Además, me había educado políticamente para hacer la revolución. No teníamos otro camino. Teníamos una visión arrogante de los hechos.
Ver y escuchar a Peter Cárdenas decir que “no volvería a formar parte del grupo terrorista ya que resultó un fracaso total”, fue como mirarme en el espejo. Me di cuenta que muchos pudimos acabar muertos o presos por 25 años. Utilizados como carne de cañón en una guerra de ilusiones.
Indudablemente el MRTA está equivocado. ¿Qué derrotó a un MRTA que quería acabar con la exclusión económica y social de millones de peruanos? Primero, la realidad: los peruanos no querían un socialismo colectivista porque son, por naturaleza, emprendedores.
Los migrantes provincianos se convirtieron en empresarios para subsistir y fueron el soporte del capitalismo chicha peruano. Fueron los que transformaron la Lima criolla y oligárquica en una ciudad diversa culturalmente.
Los “revolucionarios” de entonces no entendíamos que el pueblo usaba a los políticos para acceder a los servicios públicos (agua, desagüe, luz, títulos de propiedad). Por eso tenemos cientos de asentamientos humanos que llevan nombres.
Vuelven los gritos del fascismo ramplón que exige “mano dura”, “pena de muerte para los terroristas”, “chapa tu chorro y mátalo”. Aflorando las emociones más crueles y primitivas de una sociedad cansada de la inseguridad ciudadana, de la demagogia política y de la indiferencia frívola de sus gobernantes.
Pero no hay necesidad de volver al pasado para ver que la democracia es todavía una farsa. Diez millones de peruanos sin agua; 123 mil millones de déficit en infraestructura (salud, educación, carreteras, internet, telefonía, etc.); 82% de los agricultores no tienen acceso al crédito por no estar titulados. Corrupción gubernamental en las tres instancias de gobierno; y el Congreso es la expresión del fracaso de la clase política.
La pregunta que debemos hacernos frente a lo que ahora vivimos es: ¿se están dando las condiciones para surja una insurrección armada o se imponga un gobierno dictatorial otra vez? Tenemos que derrotar ese círculo vicioso.
Por: Tino Santander Joo
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