Carlos Hakansson
Pensando en la jugada de ajedrez
Sobre el futuro político de Antauro Humala
La liberación de un potencial aliado presidencial, de formación militar Y con vínculos amicales cercanos con su promoción del ejército, nos invita a especular sobre sus acciones posteriores: (1) Una alianza como asesor presidencial en Palacio de Gobierno, o (2) el oportuno retiro a su cuartel de invierno para calcular el momento de anunciar su candidatura presidencial.
De los dos caminos, no parece sensato salir de la cárcel para ocuparse de apoyar un gobierno en caída libre, con investigaciones fiscales de organización criminal. Las oportunidades políticas tienen sus tiempos, y esta liberación coincide con un jefe de Estado debilitado, cada vez más solo y atrincherado en su blindaje presidencial contra un Ministerio Público que toma declaración a colaboradores eficaces provenientes de su círculo más cercano. Se trata de un tardío movimiento de ajedrez para un rey en jaque.
El tiempo de reflexión anunciado tras salir de la cárcel, no sentirse deudor de un favor presidencial y ratificar los actos delictivos que lo llevaron a prisión parecen revelar el inicio de una estrategia que apunta al mediano plazo. Dado que los requisitos para inscribir un partido político han disminuido, no necesitará la invitación de otros movimientos, sino la creación de uno propio para organizarlo a su manera. Por eso, lo oportuno es esperar que el Congreso logre definir qué hacer con el presidente, ya sea acusarlo y suspenderlo del cargo, o vacarlo si alcanza los ochenta y siete votos.
Mientras tanto, el futuro y potencial candidato presidencial observará cómo se organizan las piezas en un escenario político tan informal como casi todo en el país. En ese sentido, la oposición debe pensar los próximos movimientos a efectuar en el tablero para producir una transición democrática prevista en la Constitución (artículo 115 CP), pero sin que la solución sea peor que la enfermedad tras los resultados electorales.
Se debe tener en cuenta que la orfandad política que vivimos resulta ventajosa para aventureros extremistas e ideologizados, que durante la campaña señalarán con el dedo a los partidos arrastrados por el desprestigio congresal producido por los #niños”. Un generoso apodo para un grupo de mercenarios que fungen de congresistas.
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