Pasada la primera vuelta

Sacar al país de la parálisis de estos cinco años de inexperiencia e improvisación

El domingo que pasó, un 40% del pueblo peruano votó por un cambio. Pudo elegir entre un retroceso al socialismo o mantener el statu quo, casi sin variaciones; pero primó el deseo de un cambio racional, hacia adelante. Ha llegado, entonces, la hora de construir un solo Perú; pues el modelo de un Perú formal que progresa al lado de un Perú lejano —con varias caras regionales— y anclado en la incomprensión, no da más.

Es necesario hacer ajustes, más allá de la retórica, para incluir a los pueblos que hoy no disfrutan de los beneficios de la modernidad. Y esta inclusión solo será posible y sostenible con un gobernante dotado de la energía necesaria, que tras una lectura in situ entienda cada rincón y adecúe la modernidad para aplicarla y generar un camino sostenible al desarrollo.

La persona en la que recaiga la Presidencia en estos cinco años debe estar en condiciones de caminar el territorio patrio sin desfallecer, de ver con sus ojos (para que no le cuenten cuentos), de ser capaz de recordar lo que vio y, además de conocer, debe entienda el sentir de los peruanos. No puede temblarle la voz al transmitir con claridad las órdenes imprescindibles a sus funcionarios, ni puede temblarle la mano al sancionar.

El camino es arduo y largo, la inclusión y el desarrollo solo son posibles con la seguridad de los ciudadanos, la seguridad de las familias y la seguridad del patrimonio adquirido con esfuerzo. Sin seguridad es imposible atraer inversiones y generar más fuentes de trabajo, que es la única vía sostenible de generación de riqueza y verdadera inclusión.

La víspera de las elecciones, la criminal banda terrorista que nos atacó a traición desde los ochentas, volvió a matar a diez peruanos. Ataques así, con ese resultado, evidencian el abandono estatal de las labores de inteligencia que permitirían prevenirlos, o un desdén inadmisible a las advertencias. Ningún exabrupto del oficialismo en el Twitter nos devolverá la vida de esos valientes: insultar progenitores ajenos puede servir de catarsis, pero no es precisamente una demostración de madurez ni resuelve nada.

He visto de cerca la capacidad profesional de detección y análisis que pueden desplegar, dentro del Estado de Derecho, la PNP y las FF.AA. frente al terrorismo. Por eso solo hay dos respuestas a lo sucedido: 1) La inteligencia, entretenida en indebidos objetivos político palaciegos, no está enfocada en lo que debe, 2) Palacio está sordo y ciego a las advertencias profesionales, que se dan en documentos reservados. A quien le caiga el guante…

En democracia, los cambios se hacen a través de las leyes, y estas las da el Congreso. Los parámetros están establecidos por el orden constitucional; mientras este se respete, el riesgo es nulo. Lo coherente es generar la necesaria unidad de criterio para sacar rápidamente al país de la parálisis que han causado estos cinco años de inexperiencia, improvisación y ambición desmedida.

La inseguridad, acicateada por la impunidad parida por la corrupción galopante, debe acabar. El temor del ciudadano a las superintendencias (Sunat, Sunedu, Sucamec, etc.) perseguidoras, punitivas por el incentivo perverso del propio interés pecuniario (vía multas), debe dar paso a una concepción del Estado colaborador del ciudadano honesto. Mientras la educación y la justicia hacen lo suyo, es imprescindible restaurar la confianza de la población en su Policía y su Fuerza Armada, cuyos miembros merecen la tranquilidad económica necesaria para enfocarse en su trabajo sin distracciones.

En menos de dos meses decidiremos el futuro de nuestro Perú.
 

Dardo López-Dolz