Jorge Varela
Para entender el proceso chileno
Un constructo del anti neoliberalismo
El sociólogo Carlos Ruiz –uno de los padrinos intelectuales del presidente Gabriel Boric– ha escrito que el proceso chileno no está resuelto, y no aguanta una regresión a las constricciones de la transición a la democracia, altamente extendidas (“El poder constituyente de la revuelta chilena”, Ruiz y Sebastián Caviedes, Clacso).
Ruiz y su constructo anti–neoliberal
Para entender a Ruiz es acertado considerar que su constructo ideológico se asienta en un andamiaje definidamente anti neoliberal, desde el cual elabora sus hipótesis. A su juicio, en Chile el neoliberalismo prospera de una forma lineal. Lo que caracteriza a este “neoliberalismo ortodoxo o avanzado”, al que reconoce una significativa reducción de la pobreza, es la concentración económica y la desigualdad. Desde su punto de vista, la concentración económica es explicada como una singular modalidad político-institucional de acumulación capitalista, con predominio rentista y dependiente del Estado, basada en el traspaso a entidades privadas de recursos fiscales para la provisión de servicios sociales.
Origen de la revuelta
Carlos Ruiz afirma que la imagen ejemplar de Chile en América Latina se resquebrajó. El matrimonio entre neoliberalismo y democracia hizo agua. A partir de lo expuesto, “se abren camino nuevas formas de conflicto social y de intervención política, propias de la nueva geografía social que ha producido el neoliberalismo avanzado en Chile” (Ensayo citado)
Ruiz sostiene que “lo que estalla el 18 de octubre de 2019 es una crisis eminentemente social. En Chile lo que se desata no es ni una crisis política ni una de tipo económico, sino que ambas vienen después como efecto de la propia revuelta y, más tarde, de la pandemia. La revuelta popular reciente es una nueva contraposición entre pueblo y oligarquía, propia de la especificidad de la expansión capitalista de carácter neoliberal” (Julián Rebón y Carlos Ruiz, “Revueltas en y contra el neoliberalismo. Argentina, 2021 y Chile, 2019”).
De ahí que su aspiración máxima esté consignada en otro libro: “Si en Chile se estrenó el engendro del neoliberalismo, es muy posible que sea también donde primero se lo sepulte“. (“Octubre chileno. La irrupción de un nuevo pueblo”).
Revuelta, poder constituyente y sociedad
“La posibilidad de una nueva Constitución no es producto de un ‘reformismo de anticipación’ de las élites chilenas. Es un logro de la revuelta”. Para Ruiz, “el poder constituyente es un actor de períodos críticos, propio de la dialéctica entre crisis y creación”.
“Ese poder constituyente demanda el reconocimiento de las nuevas formas de sociabilidad del nuevo pueblo chileno y una concomitante redistribución del poder en la sociedad a través de una ampliación de la democracia para ofrecer también más sociedad, como esfera de deliberación y decisión para enfrentar la expansión del mercantilismo sobre la vida”.
“El (proceso) que sigue es un conflicto de fuerzas, que anticipa un interregno antes del asentamiento de un nuevo sistema político. Son las corrientes del hundimiento de esa estructura de dominio que deriva del pacto entre las élites de la transición lo que se vive hoy: un tiempo, sin vuelta atrás, de reorganización política, cuya estabilización no será lineal ni breve”.
Irrupción de un nuevo pueblo
“A partir del 19 de octubre de 2019, hemos apuntado la irrupción de un nuevo pueblo”. (Ruiz, “Octubre chileno. La irrupción de un nuevo pueblo”, Taurus). Se trata de “un sujeto histórico compuesto por la diversidad social y cultural que produce la longeva experiencia neoliberal. Un pueblo y no una clase, con procesos de formación de clases aún en curso… que hoy, en su condición subalterna, se contrapone a una oligarquía neoliberal surgida de la comunidad de intereses de las élites sociales y políticas chilenas de las últimas décadas”. (Oligarquía en el sentido de gobierno de pocos, con concentración del poder y la riqueza bajo el neoliberalismo ortodoxo).
“El origen de este nuevo pueblo está en la transformación neoliberal y el carácter de la confrontación que lo define. No hay pueblo, como sujeto histórico, sin la contraposición a una élite, en una configuración social y política que remite a los cambios neoliberales, a los cursos de neoligarquización que cobija y las nuevas modalidades de explotación y dominio que abre. Es, por eso, un conflicto que apunta a una redistribución del poder e incluso de la propiedad, en las formas en que se producen los procesos de apropiación neoliberal, como fase específica de expansión capitalista”.
“Este pueblo, con la revuelta, enfrenta la restrictiva democracia de la transición y abre un proceso constituyente y el ascenso de nuevas fuerzas políticas. Es un nuevo pueblo, no aquel del siglo XX, de obreros industriales y mineros, profesionales y funcionarios públicos, campesinos y pobladores, con intereses y formas de organización asentadas y tradiciones de lucha conocidas en sus cimas y derrotas, como la propia experiencia de la Unidad Popular”. (Ruiz, “Lucha social y unidad política: los senderos de la Unidad Popular”, Casa de las Américas).
“Hoy se está ante otra crisis… fraguada en la larga duración de un neoliberalismo extremo y su cerrada negación política, social y cultural del mundo subalterno. Contra esa exclusión se enfrenta la demanda por reconocimiento del nuevo sujeto popular, hasta abrir paso a una redefinición política”.
Reordenamiento de la política chilena
La tesis de Ruiz se resume en que un nuevo ciclo histórico se ha abierto paso a partir de la revuelta social. El cambio consiste en asistir al inicio de un proceso de reordenamiento general de la política y a la aún incipiente búsqueda que hacen las nuevas fuerzas por apropiarse de las condiciones sociales y culturales forjadas por el neoliberalismo ortodoxo.
En el corto plazo, esta actuación es relevante en el proceso político porque es importante –para él– constitucionalizar la salida del neoliberalismo, junto al propio proceso social constituyente, el poder de deliberación y decisión de la sociedad en medio de la política conservadora chilena, y la ampliación de la democracia que significa.
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