César Félix Sánchez
Panorama político para el 2021: los dilemas de la derecha
Es muy remota la aparición de un outsider conservador
¿Qué pasará en la derecha? El fujimorismo ha demostrado ser bastante resistente y nada indica que no lo sea ahora. Su sola supervivencia es, en este momento, un logro. Tendría alguna remota posibilidad de lograr una mayor significación electoral en el 2021 si sabe canalizar el descontento y la protesta, incluso antisistémica, pero desde el conservadurismo y la llamada «derecha religiosa». Para tal efecto, una alianza o una colaboración elástica con figuras independientes o de los partidos neoderechistas (Contigo, SN) sería el instrumento ideal. Pero los antecedentes inmediatos del fujimorismo nos enseñan que el exceso de confianza en su condición providencial y singular ha sido una constante y los lleva a una gran autosuficiencia.
Algo semejante puede decirse de los partidos empequeñecidos como el APRA y el PPC: si no se vinculan a alianzas bolsonarizantes y continúan insistiendo en su singularidad acabarán perdiendo su inscripción y no lograrán representación alguna. Acercarse a un sobreofertado centro sería suicida, mal que les pese a figuras como Marisol Pérez-Tello. En el caso del APRA, querer «progreficarse» sería aún más perjudicial e incluso deshonroso: ningún bienpensante votará jamás por este partido y sería un insulto inaudito a sus militantes ofertarse en la bandeja caviar.
Por otro lado, el electorado evangélico, luego de las grandes demostraciones de fuerza de Con Mis Hijos No te Metas (especialmente en la masiva manifestación de 2017), no es para nada desdeñable. En regiones como Huancavelica (donde alcanzan el 25 %), Ayacucho (el 20 %) o Apurímac (17%) la única alternativa doctrinal a las expresiones nacionalistas es el cristianismo evangélico. Urge que ese cristianismo evangélico andino se traduzca en una cultura política coherente con sus premisas teológicas.
Con respecto al inclasificable teocratismo del FREPAP, creemos que la falta de una figura identificable como candidato y la mayor exasperación y polarización de la campaña del 2021 impedirán que se repita su éxito fortuito de este año.
Finalmente, es muy remota –pero no imposible– la aparición de un outsider conservador que absorba al antiguo electorado fujimorista y se proyecte también hacia el nacionalismo surandino. Tendría que ser una figura que congregue tanto el voto evangélico, el «capitalismo popular» y los defensores de la libre iniciativa como el regeneracionismo antifujiaprista (inevitable, aun como mero dispositivo retórico, si se quiere acceder al sur del Perú, en donde no pocos conservadores votaban contranatura por odio a Fujimori o a García) y la familia policial y militar.
En nuestro siguiente artículo exploraremos a la posibilidad cesarista, es decir, en torno a un caudillo demagógico y de apariencia autoritaria, que tiene, según creemos, buenas posibilidades de poder sintonizar con el ánimo del electorado en estos momentos de ruina.
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