César Félix Sánchez

Panorama político para el 2021: la opción cesarista

¿Están abiertas las puertas para una tiranía?

Panorama político para el 2021: la opción cesarista
César Félix Sánchez
24 de agosto del 2020


Quien parece tener más chances para el 2021 es el general Daniel Urresti. No solo por haber sido el candidato más votado en las elecciones parlamentarias del 2020, sino porque su perfil y estrategia
cesaristas parecen ser las más apropiadas para una coyuntura como la actual. 

Urresti proyecta ante la población una imagen autoritaria y destemplada que, en tiempos de catástrofe, suele ser atractiva para los sectores más perjudicados por la crisis. No es nueva la simpatía del pueblo por las figuras militares que vendrían «a poner orden». Ahora, en medio de la incertidumbre y de la confusión, algunos sectores del electorado anhelan una figura semejante. Su apariencia autoritaria puede incluso cautivar al antiguo electorado fujimorista. 

Y no solo eso. En materia de vida y familia, Urresti se ha mostrado bastante dócil con los mandatos globalistas de la ideología de género y del movimiento LGTBIQP+. Así que puede contar con el apoyo, reluctante pero real, al fin y al cabo, del deep state oenegero y mediático que sigue esas consignas. Por otro lado, Urresti ha sido bastante generoso en sus elogios a las más significativas medidas del vizcarrismo, más allá de sus eventuales roces con Cateriano. Así que no sería raro que el gobierno, si percibe que sus delfines morados no pegan, traslade sus apoyos hacia el general. Finalmente, más allá de sus efusiones retóricas, Urresti puede ser un garante del statu quo presente, lo que, en una situación desesperada, puede llevar a los poderes fácticos a apoyarlo. No sería un Bolsonaro, sino un Duterte peruano: demencial pero, a la larga, domesticable. 

¿Y con qué otra fuerza podría medirse? Existe en el Perú solo un único movimiento organizado, con presencia nacional y representación parlamentaria que aspira a un cambio absoluto y radical: se trata del etnocacerismo. Históricamente, cuando sectores emergentes ven desplomarse tanto sus patrimonios como sus aspiraciones económicas por una crisis repentina, la opción totalitaria, especialmente en sus versiones militaristas, se convierte para ellos en un horizonte de acción. 

Para el etnocacerismo la cuestión fundamental será si Antauro Humala, su líder natural todavía en prisión, logra conseguir a algún candidato que logre representar a su movimiento (no a un Virgilio Acuña o cualquier millonario eventual) y que pueda consolidar, con un mito heroico semejante al suyo, a su público objetivo.

No estoy augurando, claro está, que Urresti y el etnocacerismo logren cautivar a grandes mayorías, bastará que sean solo las minorías más votadas para que pasen a una segunda vuelta. Y ya no habrá la posibilidad de que el eventual ganador pueda ser «moderado» o controlado o fiscalizado por un congreso plural en el que solo cuente con una bancada minoritaria. El irresponsable Vizcarra y sus operadores, con su hipertrofia del poder del Ejecutivo, han abierto la puerta a una tiranía futura. 

Espero sinceramente estar equivocado. Porque ¿quién sabe si alguna otra figura, quizá también demencial para estos tiempos demenciales, pero no totalitaria ni tan grotescamente delincuencial, podría capitalizar el descontento? 

¿En qué andará Popy, dicho sea de paso?

César Félix Sánchez
24 de agosto del 2020

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