Giancarlo Peralta
¿Nueva Constitución para seguir en el poder?
Algo que sigue uniendo a todos los izquierdistas
Cada vez más, la opinión pública se pregunta si Vladimir Cerrón es efectivamente un líder o simplemente el cabecilla de una banda delincuencial. Recordemos que el ex gobernador de Junín se encuentra acusado de una serie de delitos. También es cierto que durante su gestión existen obras presupuestadas pero inconclusas; es decir, poco o nada le importan el pueblo que dice defender y ser su inspiración.
Asimismo, es cierto que Vladimir Cerrón llevó al poder a Pedro Castillo con una maquinaria que logró lo imposible en términos estadísticos: ningún voto al opositor e innumerables mesas de sufragio, con actas que reflejaban haber sido llenadas por una misma mano. Todas ellas favorecieron al candidato del lápiz, quien enarboló y enarbola por calles y plazas que debe cambiarse la Constitución de 1993, la única que fue sometida a referéndum popular para su ratificación (de las doce que ha tenido el Perú desde que se convirtió en una república).
La dupla Castillo-Cerrón dice tener divergencias, pero todo indica que son fuegos artificiales para distraer a la ciudadanía de lo que realmente resulta importante: 1) Castillo ni su esposa quieren declarar sobre lo que resulta evidente, el plagio de su tesis de maestría. 2) Castillo dice que va a colaborar con la justicia, pero su abogado apela a argumentos insostenibles para tratar de evitar que la Fiscalía lo investigue. 3) Ni Castillo ni Cerrón han respondido el porqué del respaldo en el Ejecutivo y en el Congreso a un ministro cuestionado y acusado por corrupción (Juan Silva, quien además actualmente es un prófugo de la justicia). Y, 4) Los numerosos personajes de esta administración acusados de haber llevado a cabo negociaciones incompatibles con su entorno familiar en perjuicio del fisco, lo que configuraría acto de corrupción (Pedro Pacheco, los sobrinos de Castillo, Vladimir Cerrón, Juan Silva, etc.).
Mención aparte merecen los funcionales Juntos por el Perú y similares caviares de la izquierda peruana. Sucede que una vez defenestrados de sus cargos manifestaron que había un gabinete en la sombra. En otras palabras, ¿ellos han aceptado haber sido personajes figurativos que aprobaban y firmaban lo que otros decidían? Los ex ministros Avelino Guillén y Mirtha Vásquez nunca quisieron entregar más luces a la ciudadanía.
Sin embargo, hay algo que sigue uniendo a los izquierdistas, las ansias de mantenerse en el poder para beneficiarse económicamente mediante la apropiación de los recursos que obtiene el Estado, producto del pago de los impuestos de todos los peruanos. También el deseo de imponer una nueva constitución, generada por un congreso corporativista, donde el voto ciudadano resulte intrascendente, y que la dupla Castillo-Cerrón controlaría a través de organismos de fachada, como el Fenate (que logró su registro sindical en tiempo récord).
Pedro Castillo y Perú Libre desean mantenerse en el poder indefinidamente. Por eso su campaña regional y municipal está orientada a atraer al electorado disconforme –y con razón– por el alza del costo de vida, la corrupción, la baja calidad de los servicios educativos y de salud que brinda el Estado. La ciudadanía quiere mejorar su calidad de vida, y Castillo-Cerrón quieren aprovechar ese descontento, cuyo origen atribuyen a la actual Carta Magna. Esto es totalmente falso: la mala calidad de la educación estatal y el bajo aprovechamiento de los estudiantes se debe principalmente a profesores como Pedro Castillo, con un bajo nivel académico que se muestra en cada una de sus intervenciones públicas.
La oferta de la Nueva Constitución es la garantía de que habrá mayor corrupción en el país. Recuérdelo cuando algún representante de Castillo-Cerrón pretenda convencerlo de dañar aún más al Perú, su respuesta debe ser ¡no!
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