Patricia Robinson

Nuestro voto y la gobernabilidad

Nuestro voto y la gobernabilidad
Patricia Robinson
23 de marzo del 2016

Pactos para una nueva política

Nos acercamos al inicio de un período de nuestra historia que nos plantea grandes retos como la inevitable reforma política, la reforma de los procesos de justicia, la reforma en los procesos para que los más pobres accedan a los servicios básicos, las reformas para que aquellos que ya acceden a servicios los reciban de calidad, las reformas orientadas a fortalecer la institucionalidad, etc. Para ejecutar estas medidas se necesita de la política. Sin la política no habrá técnico ni especialista ni experto que pueda ejecutar reforma alguna. La política es el paso previo.

Los niveles excesivos de enfrentamiento que hemos visto a lo largo del lustro que termina han sido consecuencia de la interacción política que tuvo como protagonistas principales a personas más improvisadas que políticas, que privilegiaron la ofensa y los ataques debilitando la posibilidad de arribar a consensos ciertos y eficaces. Los resultados los tenemos a la vista: reformas que no lo fueron, una paupérrima credibilidad y gran desconfianza en los políticos, las autoridades y las instituciones.

Como consecuencia de esas constantes agresiones, el proceso electoral en curso se viene desarrollando, a nivel nacional, en una atmósfera de conflicto y de ataques verbales y físicos. No estamos frente a un proceso electoral usual en el que las pullas pueden ser naturales. Estamos siendo testigos de un tipo de enfrentamiento que podría tener efectos negativos a la hora de buscar, después, los consensos necesarios para la aprobación de políticas y para la reconciliación política que ya exige nuestro tiempo.

Hoy, escuchamos a ciertos candidatos decir que “jamás conciliarán o concertarán” con otros grupos políticos. Ese es un discurso y una actitud política no sólo irresponsable sino también inaceptable. El Perú necesita de todos sus actores políticos para sentar las bases del cambio y consolidar las del desarrollo. Ningún grupo político solo podrá sacar adelante ninguna reforma.

Por otro lado, la evolución de nuestra sociedad exige que hoy el arte de consensuar (que suele circunscribirse al ámbito parlamentario y a una buena coordinación Ejecutivo-Legislativo) la considere. Los diversos sectores de la sociedad ya no podrán ser tomados en cuenta sólo para comunicarles las políticas que se están ejecutando sino que deberán promoverse mecanismos que alienten su participación desde la elaboración de las políticas; lo cual ya implica una nueva forma de gobernar. No obstante, esta tarea será infructuosa si los actores políticos, todos, no toman conciencia de su valía en la gobernabilidad.

Es evidente que el próximo Congreso estará conformado por grupos que no comparten la misma visión de país y no concuerdan con un solo modelo para impulsar el desarrollo. Por eso, requerimos de ellos su templanza, su responsabilidad, su disposición para llegar a pactos políticos sostenibles. No podemos seguir siendo un país ‘en vías de’. Necesitamos  ya salir de ese estado, entrar decididamente al desarrollo y consolidarnos. Las diferencias, que habrá, no tienen porqué traducirse en conflictos insuperables ni en cabes para el grupo gobernante. Las diferencias han de procesarse confrontando las propuestas. Si no evaluamos poner en marcha  esa forma de hacer política no podremos hacer ninguna reforma y correremos el riesgo de repetir la dación de malas leyes, malas políticas, políticas que se caen con los gritos de protestas, acuerdos sin respaldo social con sus nefastas consecuencias…y será un lustro más perdido.

Todavía podemos recomendar reflexionar el voto, recomendar tener conciencia de que es nuestro voto el que configurará el escenario y definirá a los actores que harán posible que haya gobernabilidad, o no, en los próximos 5 años. Esa recomendación es para hoy, en unos días la decisión estará tomada y no habrá marcha atrás.

PATRICIA ROBINSON

Patricia Robinson
23 de marzo del 2016

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