Elizabeth Zea Marquina
¡No son creencias, es vida!
Ante la peligrosa apuesta por el aborto en casos de violación
Ante la peligrosa apuesta por el aborto en casos de violación
“Toda persona tiene derecho a la vida. El concebido es sujeto de derecho en todo cuanto le favorece”. Así reza el artículo 1 de nuestra Constitución, y se entiende que las políticas de Estado deben orientarse a garantizar este derecho fundamental. Sin embargo el compromiso del gobierno parece ser apostar por el aborto como solución a los casos de violación; ridiculizando la posición válida de muchos peruanos, basadas en sus creencias, atribuyéndoles el calificativo de “fanáticos religiosos”.
¡Qué poco vale hoy en día la Convención de los Derechos del Niño! El deber de garantizar su supervivencia y desarrollo se ha invisibilizado tras una agenda política de derechos humanos por demás contradictoria. Se rechaza la castración química a los violadores, pero no se toca el corazón para apostar por un “déjala decidir” que no considera para nada la vida por nacer. Pero aún más, tampoco considera la salud mental y emocional de la mujer que se someterá al trauma que significa pasar por una experiencia como el aborto.
No negaré, que como mujer, a veces siento que las leyes no nos miran. Solo basta con ver las estadísticas. De acuerdo al Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, entre enero y marzo del presente año se han recibido 1,778 denuncias de abuso sexual, de las cuales las víctimas son mujeres entre 0 y 17 años. ¿Qué es lo que está fallando? Entre el examen médico legista, las citaciones, la escasa y poco preparada defensa pública, la escasez de psicólogos que imposibilita un servicio de atención psicológica permanente para la víctima (hasta su recuperación), y la ejecución de la sentencia, transcurre demasiado tiempo y dinero.
Entonces pienso, si a mi me pasara una vez ¿por qué tener un hijo que no deseo? ¿Si el Estado no me da el soporte psicológico, por qué una criatura más en este mundo? Yo no pedí ser violada, y es mi cuerpo. Pero mi lógica cambió cuando pude conocer experiencias traumáticas de niñas y adolescentes víctimas de trata, y mujeres víctimas de explotación sexual, que tomaron la decisión del aborto clandestino en clínicas del centro de Lima. Lo traumático no era ni siquiera las condiciones de la praxis, sino el sentimiento de sentirse asesina de un ser vivo. Tal cual lo leen.
¿Cuántas niñas víctimas de violación son sometidas a procedimientos abortivos por sus padres? La mayoría de ellas violadas en el seno familiar, por lo que el aborto para nada soluciona el problema. Tener que luchar con la rabia del ultraje y el dolor de decidir quitarle la vida a un ser vivo, en una niña debe ser terrible. Y aquí, en este punto de los sentimientos que produce gestar, creo que las voces autorizadas de opinión deben ser las mujeres. La gestación permite desarrollar sentimientos de relación con el ser vivo que llevas en el vientre, es una relación que poco tiene que ver con que sea un hijo deseado.
Las cunas salvadoras plantean una oportunidad no solo de preservar la vida, sino de defender el derecho a decidir de las mujeres, pues tienen la oportunidad incluso de arrepentirse en su decisión hasta el momento de la adopción. Además, garantizan la asistencia psicológica a las mujeres por parte del Estado. El nacimiento confidencial no solo salva vidas, sino también sensibiliza y promueve procedimientos administrativos de adopción más ágiles y eficientes.
No pretendo ser dueña de la verdad, pero si me dan a elegir entre posibilidades legales para quitar la vida o preservarla, siempre iré por la segunda. Y no me tilden de fanática religiosa, porque ya van varias misas de domingo que me pierdo, y confieso que en mi relación con la Iglesia no me fue muy bien por ser divorciada. Pero vivo y practico los valores de mi fe católica. Soy mujer, y por mi formación en leyes, defiendo el principal bien jurídico protegido, la vida.
Elizabeth Zea Marquina
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