Guillermo Molinari
Neurociencia al servicio de la política
Los métodos neurocientíficos al servicio de la política
El 13 de mayo del presente año Pedro Rafael Moya, consultor especializado en psicología política y Neuropolítica, publicó el artículo “Neuropolítica: métodos neurocientíficos al servicio de la política” En él comentaba cómo diversos estudios vienen demostrando, a través de las neuroimagenes de la actividad cerebral, cuáles son las reacciones tanto de las personas conservadoras como progresistas.
Cómo actúa la oxitócina, cuando este neurotransmisor tiene impacto en el hipotálamo de las personas conservadoras, generando en ellas reacciones más adversas a los cambios, mientras que en los progresistas se activan más los neurotransmisores del lóbulo frontal, generando menos resistencia a los cambios. Y aquí no estamos hablando de izquierdas o derechas.
También explica que con la tecnología actual es posible visualizar la actividad cerebral de cualquier persona con tres métodos: la resonancia magnética funcional, el clásico electroencefalograma (EEG) y el denominado “eye tracking”.
En el caso de la resonancia magnética funcional, consiste en escanear el cerebro y así poder apreciar qué regiones de este están activando en mayor proporción los impulsos eléctricos entre neuronas, estableciendo de este modo las partes del mismo que están más activas durante un determinado estímulo o tarea. Sin embargo por el momento se limita a diagnósticos médicos, determinados estudios científicos, e investigación académica, tales como el del ejemplo expuesto al principio.
El clásico electroencefalograma (EEG) está siendo utilizado como principal herramienta para estudiar el comportamiento político de determinados grupos de personas por ser una tecnología mucho más antigua y asequible. Algunas experiencias que presenta el autor indican que aplicando este método neurocientífico se puede definir de manera 100% objetiva determinados aspectos de políticos y candidatos tales como la honestidad, el liderazgo, el carisma, la simpatía, la veracidad, etc., asociando su imagen a dichas palabras, y trabajar para mejorar aquellos que resulten más negativos.
Con estos dos primeros métodos podemos estudiar cómo los participantes en un mitin reaccionan al discurso y se puede determinar si el mismo ha sido el adecuado o no (por ejemplo el último debate entre los candidatos a la Región de Lima Metropolitana), sabiendo sobre qué términos hay que poner énfasis de manera más emocional, adecuar el mensaje que tratamos de transmitir.
Por su lado el tercer método, el “eye tracking” está siendo utilizado en el campo político del mismo modo que en el campo empresarial, y esto permite optimizar a lo máximo el márquetin en las campañas a través de los métodos tradicionales (carteles publicitarios, anuncios, folletos, trípticos, tarjetas, etc.), como digital (páginas web, blogs, publicidad en redes sociales, etc.). En donde los candidatos tratan de poner sus mejores rostros, sus mejores promesas y ofrecimientos pero ningún plan debidamente estructurado.
Este método consiste en un pequeño dispositivo que, proyectado hacia los ojos del participante, “observa” y capta qué partes de un determinado anuncio o página son más llamativas para el mismo, midiendo hacia qué partes dirige más su mirada y que otras partes son menos observadas. Así quienes elaboran la publicidad pueden distribuir mucho mejor los anuncios y optimizar los textos, fotografías y colores del mismo.
Concluye indicándonos que el “eye tracking” es utilizado mediante un software específico para “captar” las pequeñísimas microexpresiones faciales que a simple vista se nos escapan de los participantes, pudiendo definir el estado de ánimo en ese momento de los mismos. En el caso de las campañas electorales, la ciencia nos viene indicando como ante un determinado estímulo, por ejemplo la imagen de un candidato o un discurso, podemos saber qué tipo de emoción básica está sintiendo sin temor a equivocarnos.
En el inicio de este artículo nos referimos a la oxitócina. En una investigación de Valentina Colonnello, de la Fundación de Neopsicoanálisis, una organización internacional, se encontró que la oxitócina puede agudizar la diferenciación del cerebro del yo respecto al otro, una función que se ha demostrado que desempeña un papel crucial en la vinculación social, el éxito en las interacciones sociales y la tolerancia hacia los demás.
"El sistema de la oxitocina", explica Colonnello, "depende en gran medida de la capacidad de una persona para apreciar que él mismo y los demás son a la vez diferentes y valiosos”. La mayor presencia de oxitocina en nuestro organismo favorece las relaciones sociales, en cambio, los bajos niveles dan lugar a tristeza y estados depresivos; se segrega simplemente por el contacto ocular entre dos personas.
Hoy en épocas de elecciones debemos estar muy atentos como nos quieren vender a los candidatos, las imágenes que nos presentan, lo que ofrecen en sus mensajes y hasta el color que visten.
Guillermo Molinari
Ex Viceministro de Gestión Pedagógica
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