Erick Flores

Mi plata, mi decisión

Se debe romper el monopolio de las aseguradoras

Mi plata, mi decisión
Erick Flores
17 de mayo del 2020


“En la medida en que cada individuo descansa en el asistencialismo del 
Estado, abandona su responsabilidad sobre la suerte y el bienestar de
sus semejantes”.
Wilhelm von Humboldt

El sistema de pensiones es uno de los temas del que más se ha hablado en este último tiempo. Claro, es algo lógico si tenemos en cuenta que la situación económica de la gran mayoría de personas en el país ha empeorado debido a las medidas que este Gobierno ha venido tomando bajo el pretexto del virus chino. Los productivos han quebrado o están cerca de hacerlo, los pobres cada vez son más pobres y para los únicos que el escenario pinta relativamente bien es para los oficiales del Estado, los mismos que cuentan con un sueldo seguro y todos los privilegios que otorga ser parte de la clase dominante.

Antes de analizar alternativas a lo que actualmente tenemos, es imperativo tener claras algunas cuestiones respecto a este tema. Contamos con cuatro aseguradoras en el mercado de las pensiones, sólo cuatro; a ellas se suma la ONP, que es la alternativa del Estado. Es evidente que este mercado se encuentra muy intervenido y, como en cualquier otro mercado, las consecuencias de esta intervención la asumen las personas comunes y corrientes como nosotros. A todas luces, este es un sistema que requiere una reforma profunda, por no decir que valdría la pena pensar en desechar y buscar otras opciones.

Uno de los principales problemas que este sistema tiene es la obligatoriedad. La previsión de las personas es una cuestión de responsabilidad individual y, aunque suene un poco feo, nadie tiene por qué pagar las consecuencias de la irresponsabilidad ajena en forma forzosa; lo que no quiere decir que no se puedan generar opciones de asistencia voluntaria desde la sociedad civil como sociedades benéficas u organizaciones de socorros mutuos, las cuales han existido siempre y con resultados admirables. Aquí la gente es obligada a aportar, ya sea a una AFP o a la ONP, sin tener en cuenta si las opciones disponibles son funcionales o si se ajustan a la realidad de los peruanos.

Dicho esto último, damos cuenta de un segundo problema en el sistema de pensiones, y es el monopolio construido por el Estado para favorecer a los oferentes en este mercado. La presencia de barreras de entrada en el mercado de las pensiones representa un obstáculo bastante grande para mejorar las condiciones de vida de las personas. Como pasa en cualquier mercado, la competencia es la que se encarga de mejorar las opciones disponibles en cuanto a acceso, precios, calidad, etc.; pero como las pensiones están intervenidas en nuestro caso, lo que ocurre es que la oferta está limitada y tenemos que escoger entre lo que hay, así las opciones sean malas como las AFP o peores como la ONP.

En este sentido, es urgente realizar las modificaciones correspondientes para conseguir un escenario mucho más beneficioso, un escenario más justo. Estos cambios tienen que tener una dirección clara y no es la que se acostumbra oír de demagogos y populistas. No es tan sencillo como transferirle la responsabilidad total al Estado o pedirle que intervenga todavía más en el mercado de pensiones; resolver estos problemas pasa por dos acciones bastante claras que deben ser aplicadas en tiempos diferentes.

En primer lugar, se debe romper el monopolio de las aseguradoras. Y para esto el Estado tiene que retirar todas las barreras de entrada que ha generado en la materia. De esta forma pueden darse las condiciones institucionales que permitan el ingreso de más opciones para la gente. Ejemplos como el sistema de “superannuation” en Australia, que es una alternativa de ahorro para la jubilación que complementa al sistema de pensiones, son posibles siempre y cuando existan las condiciones institucionales que ofrezcan seguridad jurídica para los oferentes de este mercado. En Australia existen más de doscientos fondos y la competencia hace el resto. El resultado es claro, calidad de vida en la vejez de la gente gracias a un mercado de pensiones bastante libre.

En segundo lugar, teniendo ya un entorno de competencia libre, vamos por algo mucho más complicado, y es eliminar la obligatoriedad de los aportes. Pero hacerlo en estos días es imposible, incluso en un escenario sin el virus chino tampoco sería lo mejor por aspectos estrictamente culturales en la gente. La mayoría de personas no está acostumbrada al ahorro y a sacrificar consumo presente por bienestar futuro. Todo esto sin mencionar el hecho de que las consecuencias muy probablemente justificarían intervenciones mucho más agresivas del Estado en este mercado, lo cual sería un gran retroceso en la materia.

Caminar hacia una sociedad de responsabilidades parece ser algo demasiado complicado, pero es posible. Incluso si sólo logramos romper el monopolio del sistema de pensiones generado por el Estado, ya sería un paso enorme hacia este ideal. De todos modos, dentro de estas reflexiones siempre hay lugar para una advertencia, las cosas como están requieren cambios, claro que sí, pero hay que tener mucho cuidado de la dirección de los mismos, sobre todo si los gobiernos son especialistas en llevarnos de Guatemala a Guatepeor.

Erick Flores
17 de mayo del 2020

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