México ¿más de lo mismo o un cambio verdadero?

Con 156,794 casillas electorales instaladas, y en liza senadores, diputados, gobernaturas y la Presidencia de la República. Ha regido el Instituto Nacional Electoral (INE), y no hay cuestionamientos internos ni externos: hubo transparencia y seguridad electoral, también con intervención de un equipo de científicos en la contabilidad.

México ha ejercido influencia cultural y académica en toda nuestra América morena;, desde el Grito de Dolores, pasando por la Revolución Mexicana, la Constitución de Querétaro y el apoyo a procesos de cambio que defendían y defienden valores e instituciones del Estado de Derecho y la soberanía nacional. Su gravitación es mayor en Mesoamérica y el Caribe. Es un poder regional. Su crecimiento en un marco de economía abierta ha reducido la extrema pobreza, con ayuda de remesas. Es a la vez parte de un acuerdo de integración con USA y Canadá, objetado por el Gobierno estadounidense actual; y de la Alianza Atlántica que, pese a la regresión de Washington, es una realidad deseable de mantener y mejorar.

Andrés Manuel López Obrador, AMLO, candidato de MORENA, alianza que no es de puras izquierdas, ya ha sido reconocido ganador por los dos candidatos que perdieron, por la contundencia de los resultados. Sobre todo desde las izquierdas sobrevivientes de naufragios y guerras entre ellas, se ha visto a AMLO como un referente al que seguir, imitar y recibir su apoyo.

Los antaños presidentes del Partido Revolucionario Institucional (PRI) apoyaron política y materialmente a movimientos como el FSLN de Nicaragua y el FMLN de El Salvador. Además, su política exterior mantenía la defensa del derecho y las reglas del sistema de las Naciones Unidas, la ONU, sus Agencias Especializadas, Programas, Fondos y Comisiones, que beneficiaron no solo a Cuba, como dicen algunos fanatizados o desinformados, sino a Estados de todo el espectro político mundial.

Pese al drama de Ayotzinapa, sima de la violencia, México está practicando la democracia. La gente está hastiada de los viejos políticos, salvo de AMLO, que liderando MORENA, partido social demócrata de izquierda con elementos social cristianos en su seno, (como también en la candidatura de Anaya, segundo lugar), encabeza “Juntos Haremos Historia” con el Partido del Trabajo y el Partido Encuentro Social y miles de votantes, varones y mujeres, sin pertenencia partidaria. Todos ellos alimentan un movimiento social logra una clara mayoría. Los candidatos perdedores ofrecen apoyo en lo coincidente y oposición seria en lo que no.

Entre el sur del Río Grande y Chiapas al borde de Guatemala, hay una enorme diversidad geográfica y humana. Representa un activo de enorme valor que no ha sido enervado por sus males y decepciones. Un meme mexicano decía: “El próximo lunes 2 de julio sabremos quién será el nuevo presidente de México, si la selección pasa a cuartos de final y qué pasó con la mamá de Luis Miguel. Solo los mexicanos podemos con tanto estrés”. Dejando atrás más de cien muertos antes de la votación, y mientras quedan intactos los poderes fácticos de la delincuencia, el narco poder y las bandas armadas, al lado de la concentración de la riqueza y la continuidad de la desigualdad social que se combinan con la tremenda corrupción e impunidad estructural escandalosa y añeja.

De casi 90 millones de votantes, 25 millones de jóvenes (récord nacional), lo hicieron (más de 75% del total) dando mayoría al Movimiento de Regeneración Nacional, Por ello AMLO tiene que demostrar de inmediato que hará un camino progresista y de izquierda en democracia. También ha reiterado su apelación a la unidad nacional. Buscará afianzarse y proyectarse con resultados satisfactorios internos y en la negociación con los Estados Unidos de América, un proceso más complejo y difícil desde el “principado” de Trump. Hay nueva demanda y esperanza de buen gobierno.