Paul Neira
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Algunas verdades incómodas sobre la educación en el Perú
Algunas verdades incómodas sobre la educación en el Perú
Es interesante cómo los titulares periodísticos, particularmente cuando tratan el tema educativo, terminan velando información que se queda allí, estacionada como cacharro viejo, sin que nadie la vea ni le haga caso. El problema es que muchas veces esa información es clave para medir lo que realmente está pasando con esta promesa que llamamos “educación”. Por eso vamos a revisar tres elementos que hemos “obviado” alegremente sobre nuestros centros de educación.
El estado de la oferta de los institutos superiores tecnológicos
En el Perú hay 827 centros de este nivel educativo, con algo más de 350,000 estudiantes inscritos y una oferta muy amplia. Según un informe del año 2015, y sacando promedios, tenemos que por cada provincia del Perú hay 4.21 de estos institutos. Si miramos las cosas desde los distritos tenemos casi medio instituto por cada uno. Pero entrando a detalle, 108 de estos centros de formación superior no llegan a tener 100 alumnos, y 39 ni siquiera rozan los 50 matriculados.
De 350 institutos evaluados en profundidad, 171 presentan una situación crítica; en otras palabras, no cumplen con estándares básicos; no tienen suficientes estudiantes, profesores o materiales didácticos para las carreras que ofrecen. Estos son el 48% de los evaluados. Hay institutos que ofrecen carreras en regiones donde ya no se necesita esa carrera. Un panorama muy complejo. Imaginemos qué cifras estaríamos discutiendo si miramos a todos los institutos en profundidad.
PISA y una medición certera de oportunidades para la vida de los que menos tienen
Todos sabemos el puesto que ocupó del Perú en PISA. Y de allí, ¿qué más? Más nada. Me temo que no. Veamos un dato interesantísimo, que habla sobre nuestros centros educativos, el indicador llamado “porcentaje de estudiantes resilientes”. En otras palabras son los estudiantes que provienen del nivel más pobre del país, pero logran ubicarse en el 20% más alto de aprendizajes de todos los países de la evaluación. Es decir, es una buena medición de la capacidad del sistema para identificar talento (sin importar de dónde viene) y, a través de su paso por el colegio, romper la trampa de la pobreza. Este último dato no es menor, porque en este caso el factor que hace la diferencia es la escuela. Dicho esto, entonces, solo 3.2% de nuestros estudiantes pobres se ubican en este grupo con las suficientes herramientas como para multiplicar las oportunidades de salir adelante en la vida adulta.
La Evaluación Censal y el elefante en el baño
La Evaluación Censal ya es una Institución en el Perú. Se ha posicionado muy bien en la mente tanto de la opinión pública como de los funcionarios, directores y profesores. Pero solo es válida para segundo de primaria.
El elefante en el baño, en este caso son dos temas. Uno, la cada vez más grande distancia entre los aprendizajes de las ciudades versus los del campo. Y segundo, los resultados generales de segundo grado de secundaria. Es impresionante el silencio sobre estos temas en las recolecciones que se han hecho sobre los resultados de la Censal. Por ejemplo, no resaltamos que cada año nuestros alumnos rurales aprenden significativamente menos que los que viven en la ciudades, y que esto se traduce en que hay una brecha que se está ampliando año a año, ahondando la crisis de equidad en la educación en nuestro país.
Tampoco mostramos a la opinión pública que la Censal no se acaba solamente en segundo de primaria. ¿Por qué? Simplemente porque también hay una evaluación de segundo de secundaria, y allí estamos muy mal. Los promedios nacionales no pasan de 15%; y si miramos los resultados del ámbito rural, ninguno de ellos llega a pasar el 5%.
Entonces, ¿cuál es la conclusión de toda esta información que parece estar velada? Dos cosas muy concretas. La primera, continuar fortaleciendo las capacidades a lo largo y ancho de todo el sistema de gestión del Ministerio de Educación. Y segundo, construir canales de mayor claridad en la presentación del estado de las cosas; porque saber eso nos permite a nosotros, la sociedad peruana, hacer vigilancia para la mejora continua y progresiva de la educación en el país.
Paul Neira Del Ben
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