Guillermo Vidalón
MÁS ALLÁ DEL PLAGIO
Reflexión sobre el candidato César Acuña
El nueve de diciembre pasado alertamos a la opinión pública -a través de este mismo portal- de que se debía “encender los reflectores respecto de quienes afirman que la Educación es lo primero”. Efectivamente, transcurrido poco más de un mes, se ha constatado que la tesis doctoral de uno de los candidatos a la presidencia es fraudulenta.
No obstante, a pesar de ser evidente, sus partidarios y operadores políticos pretenden relativizar el hecho apelando al imaginario colectivo de que “así somos los peruanos”. Por lo tanto, César Acuña sería la expresión del emergente “chicha”. Además, sus partidarios juegan a victimizarlo ante la posibilidad de que aplicando la ley sea retirado de la carrera electoral.
La pregunta sería, ¿acaso los peruanos queremos seguir el modelo de “éxito” que nos propone Acuña? Si dicho modelo es el indicado y resulta suficiente como para, por ejemplo, elevar los niveles de productividad que el país requiere para reducir pobreza.
El “modelo chicha”, “saca vueltero”, que se apropia indebidamente de la propiedad intelectual, entronizado en el poder, ¿proyectará la confianza que la ciudadanía y los agentes económicos necesitan para invertir? ¿Se aplicará la ley con justicia y equidad si ello contraviene la esencia de su accionar diario?
Este modelo ya ha ejercido el poder en el pasado. Es la versión extrema del modelo mercantilista. Solo le interesa llegar al poder para lograr beneficios para sí. La máxima de este “modelo chicha/Acuña” sería algo así: “compro o hago lo que me da la gana y los demás que aplaudan”.
Podemos imaginar el resultado de este modelo al frente del estado. Recordemos a Abdalá Bucaram –apodado “El Loco” en Ecuador- destituido del poder en menos de seis meses. Según el analista Santiago Ortiz Crespo, el estilo personalista (chicha) del presidente puso de manifiesto la crisis de la institucionalidad democrática.
El chavismo en la Venezuela del presidente Maduro también es otra expresión de lo “chicha” en el ejercicio del poder. ¿Para qué cumplir con las normas de la institucionalidad democrática si de lo que se trata es de mantenerse en el poder para seguir usufructuándolo? A pesar de haber perdido las elecciones, Maduro desafía a la Asamblea Nacional, señalando que desconocerá sus decisiones. Y podríamos seguir comentando los resultados de aplicar el estilo de gobierno personalista, por ejemplo, la Argentina de Cristina Fernández; o el Brasil de Lula da Silva y la actual administración, ambos investigados por el “Lava Jato”, entre otros.
Todos ellos son una mezcla de populismo mercantilista en extremo. Por un lado, discurso populista para llegar al poder y luego mantener niveles de legitimidad social. Por el otro corrupción superlativa.
Si en el Perú optamos por aquel modelo, hacer una previsión de lo que va a suceder en el corto plazo será como la recreación de una historia pasada: en lo económico, mayor pobreza, recesión, inflación descontrolada y desempleo. En lo político, un mandatario sin convicciones acerca del cumplimiento de la ley pondrá en riesgo la democracia.
Guillermo Vidalón del Pino
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