Javier Agreda
Mariano Melgar: héroe y poeta
Unió en su obra las dos grandes tendencias de nuestra literatura: lo occidental y lo autóctono.
Ayer, jueves 12, se cumplieron exactamente 200 años de la muerte del poeta e independentista arequipeño Mariano Melgar (1790 - 1815). Una vida breve, una brillante y precoz formación académica, una muerte heroica y una obra literaria original y valiosa, lo han convertido en una de las figuras más atractivas de la historia de la literatura peruana, en uno de los pocos escritores que ha logrado el reconocimiento unánime de la crítica. José Carlos Mariátegui lo consideraba “el primer momento peruano de nuestra literatura” y, en el otro extremo, Riva Agüero destacaba su robustez expresiva y habilidad retórica.
En su libro Historia y leyenda de Mariano Melgar (1978), Aurelio Miró Quesada afirma que no se conoce con certeza la fecha de nacimiento de Melgar, solo que fue en el mes de agosto de 1790, en el seno de una familia modesta. Según el testimonio de su hermano José Fabio, Mariano “a los tres años ya sabía leer… antes de los ocho manejaba el latín de Cicerón y de Virgilio y se había erigido en profesor gratuito de sus condiscípulos”. Aunque posiblemente eso sea una exageración, lo cierto es que a los ocho años Mariano recibió la “prima tonsura clerical”, que lo convertía en un precoz capellán. Pronto ingresaría al Seminario de San Jerónimo (Arequipa), donde completó su formación en literatura, física, matemáticas y filosofía. El 21 de septiembre de 1810 recibió las órdenes menores, de manos del obispo de Arequipa.
El gran quiebre en esta vida dedicada al estudio y a la religión se produjo en 1812 y, según la mayoría de sus biógrafos, a partir de que Mariano se enamorara de la “Silvia” de sus poemas, posiblemente María Santos Corrales. Melgar dejó entonces la carrera eclesiástica y viajó a Lima, donde se involucró en el debate de las ideas independentistas y comenzó a publicar poemas y fábulas en diversas revistas. Regresó a Arequipa en marzo de 1814, y pocos meses después estalló en Cusco la rebelión de Mateo Pumacahua. Melgar decidió integrarse a ese movimiento independentista y el 9 de noviembre participó en la batalla de Apacheta, en la que triunfaron los rebeldes. Pocos meses después, el 11 de marzo de 1815, la tropa de Pumacahua fue derrotada definitivamente en la batalla de Umachiri, en la que Melgar fue tomado prisionero y al día siguiente fusilado.
Hasta el mencionado “quiebre”, la obra literaria de Melgar (en su mayor parte odas y fábulas) encajaba perfectamente dentro de la corriente neoclasicista dominante entonces en nuestro país. A su retorno a Arequipa en 1814, comienza a interesarse en formas estróficas netamente populares, como los yaravíes, descendientes directos de los harauis quechuas, que le permitían una “mejor expresión de un dolor personal, íntimo e intenso” (Washington Delgado). Así, Melgar une por primera vez en su obra las dos grandes tendencias, siempre en conflicto, de nuestra literatura: lo occidental y lo autóctono. A pesar de que murió años antes que el romanticismo llegue a nuestro país, Mariano Melgar resulta –tanto por su vida como por el carácter de su obra– el más importante escritor “romántico” peruano.
Por Javier Ágreda
13 - Mar - 2015
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