Neptalí Carpio

Macri y PPK

Macri y PPK
Neptalí Carpio
27 de octubre del 2017

Dos presidentes liberales con gestiones muy diferentes

 

Más allá de las diferencias que pueden existir entre la realidad y el sistema político argentinos y peruanos, hacer un paralelo entre los balances de la gestión de los presidentes Mauricio Macri y Pedro Pablo Kuczynski, ambos de tendencia liberal, puede ser muy útil. Sobre todo para llegar a la conclusión de los graves errores que viene cometiendo el presidente peruano, que llegó a la presidencia aparentemente gracias a su principal fortaleza: su propuesta de relanzamiento del actual modelo económico, al cual quería darle una proyección de centro con la llamada “revolución social”.

Mauricio Macri, desde que llegó a la presidencia, en el año 2015, apostó siempre por tener un partido político fuerte, construir una mayoría política y una coalición de fuerzas a través de Cambiemos, para darle respaldo a su Gobierno. Su objetivo por ahora se ha cumplido: ha ganado en 15 de las 24 provincias de Argentina. Cambiemos es la única fuerza política que ha crecido en las recientes elecciones, obteniendo 107 diputados. PPK en cambio, se desentendió de su partido, lo ninguneó y creyó que bastaba con un grupo de ministros tecnócratas y algunas otras personalidades para sostener a su gobierno. Craso error. Ahora su gobierno se muestra errático y sin un respaldo social sólido. Y es casi imposible —y quizá tampoco le interesará— obtener un respaldo favorable en las próximas elecciones municipales y regionales.

Macri surgió en la política argentina desde el llano, como gobernador de Buenos Aires. Lideró una reforma autonómica, fortaleciendo los servicios de salud y educación, y demostrando que las transferencias hacia el Gobierno metropolitano si pueden dar óptimos resultados. Por si fuera poco, con amplio respaldo capitalino logró arrancar al parlamento argentino una reforma para crear la Policía Metropolitana de la capital y fortalecer la seguridad ciudadana. Y a partir de allí es que proyectó un liderazgo nacional —además de su gestión como presidente del club Boca Juniors— para luego llegar a la presidencia de la república y derrotar al kirchnerismo. No es casual que, en la reciente elección, la capital de Buenos Aires haya votado masivamente por la candidata de Macri.

PPK tuvo una ruta más tradicional, por las alturas. Basó su campaña en el prestigio como economista y como ex ministro en gobiernos anteriores. Hasta ahora no ha proyectado reformas económicas de consistencia y tampoco se atreve a replantear el proceso de descentralización. En lugar de insistir en el Ministerio de la Descentralización —una de sus mejores propuestas de plan de gobierno— ha optado por administrar el problema; y de hecho circulan proyectos de ley en los ministerios para quitarle competencias a los gobiernos regionales, como aquel proyecto de ley que propone que el Ministerio de Salud designe directamente a los directores de los hospitales.

El líder de la coalición Cambiemos en Argentina ha tenido la valentía de empezar a desarmar todo el sistema populista del kirchnerismo. Las exportaciones y la inversión han aumentado, mientras los ingresos fiscales muestran una gran recuperación. Ahí están los resultados: la población lo ha respaldado con el 42%; mientras Cristina Fernández, electa senadora, ha obtenido el 37%. En cambio, el gobierno de PPK se muestra errático, sin llegar a mostrar una gran diferencia con la gestión de Ollanta Humala, mientras muchos funcionarios del gobierno nacionalista siguen en sus cargos. Si no, ¿cómo se puede explicar, por ejemplo, la torpeza de no cambiar a funcionarios mediocres como el señor Aníbal Sánchez, como jefe del INEI, para ahora capitalizar negativamente una pésima dirección del Censo Nacional?

Mauricio Macri, desde el inicio optó por el mando de la política y la construcción de una coalición liberal, simultáneamente a la implementación de un paquete de reformas económicas con tecnócratas que ocupan el lugar que les corresponde, pero no para manejar las riendas políticas del país gaucho. PPK imaginó erróneamente que se puede construir una coalición de gobierno —con un fujimorismo muchas veces hostil al frente— solo con un grupo de tecnócratas desde una opción palaciega. Y ahí están pues los resultados. No es casual, por ello, que los propios tecnócratas se hayan mostrado más bisoños, incluso para tender puentes al fujimorismo.

Ciertamente, aún hay tiempo para rectificar, ahora que Mercedes Aráoz se muestra con muñeca para liderar el gabinete. Sin embargo, las confesiones del consejero presidencial, Máximo San Román, en el sentido de que PPK tiene como sus asesores más cercanos al renunciante Fernando Zavala y el canciller, muestran que no ha aprendido la lección. Al parecer las verdaderas decisiones no pasan aún por la actual premier. Haría bien el presidente en mirar la experiencia exitosa de Mauricio Macri en Argentina para entender que el arte de gobernar es esencialmente el arte de la política. Los tecnócratas, bienvenidos, pero en el lugar que les corresponde.

Neptalí Carpio

Neptalí Carpio
27 de octubre del 2017

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