Jorge Varela
Lo woke y la izquierda estúpida
Se pretende resucitar el estalinismo
El filósofo holandés Rob Reimen, en su libro “La estupidez y la mentira”, es muy crítico de lo woke. Desde su visión, la gente abraza la postura woke, pero no está seguro de que sus sostenedores se den cuenta de que es una forma extrema. Su opinión categórica es que se trata de: “una expresión de santurronería” (entrevista en Perfil, Argentina. 1 de junio de 2024).
Ian Buruma, otro profesor holandés, ha expresado que “lo woke conlleva por lo menos dos trampas. Una es que cualquier crítica de sus excesos provoca acusaciones de racismo, xenofobia, transfobia, misoginia y supremacía blanca. El otro problema es la palabra misma, que ha sido un escarnio utilizado por la extrema derecha, un grito de guerra para la izquierda progresista y una mortificación para muchos liberales”.
El mismo Buruma ha escrito que “nadie puede ponerse de acuerdo sobre qué significa lo woke. La derecha lo ha culpado de todo,…mientras que muchas personas descritas como woke dentro de la izquierda consideran estar peleando una muy postergada batalla por la justicia social y racial (“La ética protestante y el espíritu de lo woke”. Ian Buruma, Letras Libres, 1 de octubre de 2023).
Los Elegidos o iluminados morales
Con frecuencia las discusiones sobre lo woke ponen a prueba, como la palabra indica, la iluminación moral y espiritual. Es la razón por la cual el lingüista estadounidense John Hamilton McWhorter (autor de Woke racism: How a new religion has betrayed Black América), decidió dejar de utilizar esta palabra para describir a los ‘evangélicos antirracistas’ y llamarlos, en su lugar, “los Elegidos”.
“Los elegidos deben convertir o castigar a aquellos que no han visto la luz… Una persona blanca solo podrá ser considerada antirracista mientras se mantenga confesando su culpabilidad, igual que los protestantes, que se consideran pecadores de nacimiento. Los Elegidos, son personas que consideran haber sido escogidas, capaces de comprender algo que la mayoría no comprende”.
Palabras como diversidad, equidad e inclusión pueden sonar vacías, “pero lo que importa es que sean recitadas, como la liturgia protestante, en público”. De rodillas.
La ramificación protestante
Las raíces de lo woke son específicass. Según Buruma, “lo que McWhorter llama ‘religión’ es en verdad una ramificación casi religiosa del protestantismo. Comprender lo woke como un fenómeno protestante en lo esencial nos ayuda a reconocer la lógica tras algunos de los rituales que se han vuelto costumbre en años recientes… En este sentido, el problema con el dogma –sea el pecado original, la inmortalidad del alma o el antirracismo– es que prohíbe el escepticismo”. Por eso, tener reservas sobre algo que se considera sacrosanto es ser un incrédulo, o peor, un herético, y por ende alguien que debe ser expulsado. “Para el Elegido –escribe McWhorter– el racismo es el equivalente de Satán” (“La ética protestante y el espíritu de lo woke”. Ian Buruma).
Regreso de la era estalinista
Para Rob Reimen, la cultura woke es una especie de repetición de la era estalinista. “La era estalinista equivalía a proclamar: ‘conocemos la verdad absoluta, nosotros el partido, y si no la crees debes ser fusilado'. Y la cultura woke es algo similar a eso”.
“Es muy extraño que esto esté sucediendo en el mundo de las universidades… Son lo peor de lo peor de lo peor. ¿Por qué? Porque no tienen nada que ver con la idea de la universitas. Pero deben su orgulloso nombre a este tipo de conocimiento. Y la universitas es, de hecho, el tipo de conocimiento de la educación liberal, de Bildung (cultivo de uno mismo) o Paideia, que proporcionará a las personas el saber para superar la vida por sí mismos”. “Esas universidades no son universidades”.
La izquierda estúpida
Ian Buruma dice que la izquierda pasó de representar los intereses económicos de los trabajadores a promover causas culturales y sociales. “La política cultural, que incluye la identidad racial, el feminismo y la liberación homosexual, todas ellas causas necesarias y loables, ya había comenzado a afianzarse entre los progresistas en los años sesenta”.
A su juicio, “los Elegidos están librando la guerra de clases equivocada. Los progresistas deberían estar del lado de toda la gente que es vulnerable y necesita protección ante intereses poderosos. Las declaraciones que subrayan la inclusión, la diversidad y la justicia racial suenan radicales, pero con frecuencia distraen de los retos mucho más difíciles de mejorar la educación y la salud públicas, o de introducir reformas fiscales que creen una mayor igualdad. Este trabajo hará mucho más por el bienestar de la gente pobre y marginada que las demostraciones de virtud”.
Reimen, por su parte, ha dicho que quiere organizar una conferencia sobre por qué la izquierda es tan estúpida. “Me considero socialdemócrata y liberal, por eso estoy tan furioso al respecto. ¿Cómo es posible que en este mundo te digan que no puedes leer ciertos libros? O que te señalen las microagresiones (acciones o comentarios ofensivos, estigmatizantes y dañinos) que no puedes leer este libro porque como eres homosexual o alguien pelirrojo, o calvo como yo, podrías ser insultado. Es una locura. Madura, ese sería mi consejo. Madura y adquiere experiencia en la vida” (entrevista en Perfil, Argentina. 1 de junio de 2024).
Conclusión: ¿qué es lo woke?
Lo woke es una corriente ideológica, una postura, un movimiento social, más que una pseudo-cultura. Como fenómeno contemporáneo ha devenido en una forma implacable de censura, de intolerancia, de cancelación de todo aquello que sus seguidores consideran políticamente incorrecto en cuestiones relacionadas con la raza, el sexo, la justicia social. Estos verdaderos catones contemporáneos se consideran entre ellos los únicos virtuosos del planeta.
Los adictos a esta postura comenzaron por proclamar stay woke –mantente despierto, permanece alerta– y se han convertido en fieras enajenadas dispuestas a arrasar con la dignidad suprema de las personas. Basta echar una mirada a los sucesos que ocurren en diversos campos universitarios de Occidente.
Lo woke, aunque en la superficie posterga la lucha de clases para priorizar la lucha identitaria simbólica, encuentra su sustento teórico en el neomarxismo y se ampara en un lenguaje ideológico intimidante que da paso a la violencia verbal y física. ¿Es el costo a pagar generado por esta modalidad de progresismo izquierdista necio?
COMENTARIOS