Cecilia Bákula
Laso e Ingunza, dos contemporáneos
Sobre la exposición “Laso e Ingunza: Legado artístico de dos siglos”
En la galería Pancho Fierro de la Municipalidad de Lima se ha inaugurado una interesante exposición de obras de Francisco Laso y de Juan de Dios Ingunza. Titulada “Laso e Ingunza: Legado artístico de dos siglos”. Esta muestra busca poner de manifiesto la obra de dos artistas republicanos que nacieron en 1823 y que se formaron en los albores de la vida republicana; ambos en la escuela de Javier Cortés y bajo la tutela posterior de Ignacio Merino, de quien fueron alumnos distinguidos. Ambos emprendieron el indispensable viaje a Europa a formarse en las academias parisinas e italianas y luego cada uno de ellos encontró su propia vertiente y forma de expresión, de acuerdo a su personalidad y a su propia circunstancia personal.
Francisco Laso nació en Tacna e Ingunza fue huanuqueño; de este último hay una considerable descendencia que conserva aún el apellido, información y obra que ha permitido entre otras cosas, no solo juntarla para esta exposición, sino lograr que se produzca el Munilibro número 29 que reproduce el trabajo que hizo uno de sus descendientes don Manuel Augusto de Ingunza Simonetti, que da cuenta pormenorizada de la vida y la obra de su pariente artista.
Juan de Dios de Ingunza y Basualdo nació en Huánuco en 1823 y murió en el mar de las Antillas en 1871. Se inició en la carrera militar y llegó a ser teniente de caballería. Se inicia en el arte del retrato logrando desarrollar una gran habilidad por ello tuvo en Lima dos exposiciones, una en 1858 y otra en 1861. Gracias al apoyo familiar y en especial de su hermano Esteban, logró un exquisito nivel de rigor académico y expresión personal, sin descuidar un profundo compromiso con las corrientes artísticas de la época.
Pertenece a la generación cuyo aporte puede ser considerado de gran valor al ser un puente entre siglos, honrando los métodos tradicionales y desarrollando propuestas de gran individualidad creativa. De Ingunza se exhibe cuadros que habla de su genial desempeño como retratista, incluyendo el hermoso Monje capuchino leyendo, que es un dechado de manejo del claroscuro. Los retratos de su padre y su hermano Esteban, así como el de Doña Juana Toribio Lúcar, ponen de manifiesto su habilidad plástica. Destacan dos obras singulares: Hebe y Bacante, asociadas a narraciones mitológicas que el artista desarrolla con gran habilidad.
Para la realización de esta exposición, ha sido fundamental no solo la participación de colecciones privadas, sino la presencia de obras de gran importancia de Francisco Laso provenientes de la propia Pinacoteca Municipal como son el imponente óleo de Santa Rosa, El Indio alfarero y El canto llano. Quizá las más sugestivas obras del autor. En el Museo de Arte de Lima se exhiben otras dos de la mayor importancia que por razones que no me compete comentar, no pudieron ser incluidas como La lavandera y Las tres razas o La igualdad ante la ley. De propiedad del Banco Central de Reserva del Perú, que con generosidad y diligencia ha participado en este esfuerzo son, la hermosísima Pascana, Retrato de un desconocido y el Retrato de doña Manuel Henríquez de Laso, esposa del artista quien le sirvió de modelo y musa inspiradora. Igual actitud generosa ha tenido el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú con el préstamo de retratos fantásticos de Laso como el Modelo Paulet y el Autorretrato con la esposa. En todas estas obras, destaca el trabajo del color, la pincelada fina y el manejo de una paleta sobria que conduce la luz sobre lienzos firmes.
Laso es un artista sobresaliente no solo por su arte plenamente academicista, sino porque es el primero en nuestra historia republicana que aborda el tema del hombre del Ande, de nuestra geografía y que se preocupa por incluir como temática, aspectos de nuestra realidad; es por ello que no haber podido ver, en el conjunto de estas obras, las dos ya mencionadas, que no se han incluido: La lavandera y Las tres razas, resta posibilidad de comprensión a la obra de quien, de muchas maneras, mostró fascinación inicial por lo nuestro y podríamos señalar que fue el iniciador de un interés que luego asumió en su totalidad la propuesta indigenista.
Cómo no recordar que Francisco Laso estuvo muy vinculado a hechos de nuestra historia pues se le recuerda presente en el glorioso Combate del Dos de Mayo de 1866, a la cabeza de la Compañía de Bomberos Voluntarios “Lima” que él mismo había fundado y de la que fue el primer comandante. Ingresó a la Cruz Roja para contribuir a la erradicación de la fiebre amarilla, pero no pudo evitar el contagio por lo que se trasladó a la localidad de San Mateo, en donde murió el 14 de mayo de 1869.
Esta exposición, de ingreso gratuito, está abierta al público de martes a domingo; cuenta con una detallada explicación de cada obra, información en la modalidad de QR y me atrevo a pensar que algunas de estas obras, no serán vistas nuevamente así, en conjunto, en los próximos años, por lo que ésta es una oportunidad muy singular que debe aprovecharse.
Los nuevos visitantes descubrirán obras magníficas y los mayores, disfrutarán el ver de cerca, con calma y tiempo la belleza de cada una de esas creaciones plásticas que son testigo del tiempo, parte de nuestra historia y esencia de nuestro patrimonio.
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