Guillermo Vidalón
Las lluvias de la inconsciencia
El desafío de la reconstrucción, de la mano con la prevención
El desafío de la reconstrucción, de la mano con la prevención
Efectivamente, en el país estamos enfrentando un enorme desafío de la naturaleza; pero siendo extraordinario, no es el mayor que hayamos registrado en el devenir de los avatares de nuestra muchas veces convulsa historia. Para no remontarnos a muchos años atrás, un fenómeno similar ocurrió en 1925, en el que hasta Tacna —en el extremo sur del país— sufrió las consecuencias del clima. Más recientemente, en 1983 también se produjo otro Fenómeno de El Niño, también muy destructivo y, posteriormente otro en 1998.
Si todos estos fenómenos climáticos presentan recurrencia, ¿por qué no somos conscientes de que debemos prevenirlos? Al menos deberíamos evitar ocupar los cauces de ríos secos que “repentinamente” se activan, o sancionar de manera efectiva a quienes desobedecen las recomendaciones de quienes han estudiado la dinámica del comportamiento de los suelos del país.
Sí, existe una responsabilidad compartida: la inconsciencia, el desconocimiento, la frágil memoria colectiva, el desinterés de las autoridades, la legitimación de aquello que constituye un error, etc. No obstante, el desafío es la reconstrucción, pero de la mano también la prevención. No se trata de reconstruir allí donde nunca debió haber una construcción por ser cauce de un río o zona habitual de deslizamientos de tierras. se trata de que las autoridades determinen zonas de habilitación urbana adecuadas para los diferentes segmentos de la población.
La mejor manera de evitar la informalidad predial es adelantarse a la demanda de vivienda de la población, especialmente mediante incentivos a la construcción en zonas consolidadas, que disuaden de recurrir a la expansión horizontal de las ciudades y al tráfico de terrenos, para pasar a la promoción del crecimiento vertical. Ojalá aprendamos de lo sucedido y empecemos a diseñar ciudades modelos en áreas mucho más seguras, con sistemas de transporte eficiente y vías adecuadas. El ejemplo exitoso permite observar y guiar a los demás; pero hay que visualizarlo, diseñarlo y promoverlo.
Si se llegase a contabilizar la pérdida de recursos, la ineficiencia en el sistema de transporte, los costos de contar con una educación de baja calidad, de una pobre atención de salud, etc., todo ello agudizado por el desorden, seríamos conscientes de que perdemos oportunidades por no tomar decisiones adecuadas en los momentos que contamos con mayores recursos económicos.
Una vía tan importante como la Carretera Central se ve afectada cada verano por las lluvias y los deslizamientos de tierras. Sin embargo, no decidimos la construcción del túnel trasandino que garantizaría un medio de transporte rápido y seguro para pasajeros y carga. ¿Qué representaría dicho túnel? Menor consumo de energía, menor pérdida de tiempo, una ruta más segura para los miles de pasajeros que se trasladan desde la capital hacia el centro del país y viceversa, abastecimiento de alimentos sin mayores interrupciones para el principal mercado de consumo del país, y un menor impacto ambiental.
Aquí en Lima, tenemos el túnel de la playa La Herradura, construido en 1907, hace más de 110 años para el paso del tranvía de Lima a Chorrillos y ampliado en los años ochenta del siglo XX. Preguntémonos ¿cuántos derrumbes se han producido en dicho túnel a pesar de la ocurrencia de fuertes sismos? Prácticamente cero. O, el tren industrial de la compañía minera Southern Peru, que desde su ingreso en operación en 1960 no registra interrupciones en ninguno de los cinco túneles que atraviesan la vía férrea. Dichos túneles en conjunto suman 26 kilómetros.
Las soluciones de ingeniería existen, pero la decisión política es la determinante.
Guillermo Vidalón del Pino
COMENTARIOS