Jaime Chincha

Las facturas pendientes

Las facturas pendientes
Jaime Chincha
06 de junio del 2014

Y la singular percepción del presidente Humala

Creo que Ollanta Humala es un mal político y un mal Presidente. Yo sé que eso no es novedad. Pero siento que, con la entrevista del pasado domingo, esa verdad alcanza niveles de grito. Para empezar, sí es necesario que los ciudadanos pidamos a Humala las facturas que sean necesarias; en el momento que sea necesario. El señor Humala se molestó cuando se le pidió la onerosa factura por la criminalidad de las calles. Pídamela a los cinco años, respondió. Mal político, nada le costaba responder lo que está avanzando y reconocer en lo que se equivoca; mal Presidente, porque no es capaz de dar seguridad a los ciudadanos.

Pero como aquí no hay cargamontón contra el señor Humala, debo decir a su favor que no es un desacierto exclusivo de su gestión. La criminalidad se enfrenta como una política de Estado, que son planes y objetivos en papel; con Ministros que se compren el pleito y con policías bien preparados en las calles. Fíjese bien, señor Humala, para que nos adelante la factura de los tres años, que el problema, desde el gobierno, está en los dos últimos eslabones de la cadena: en los Ministros y en los policías, en ese orden.

¿Por qué creo que, en buena parte, aunque no en toda, es responsabilidad del gobierno que la delincuencia aumente? ¿Por qué digo aquí que en los Ministros y policías está buena parte del problema? Porque el señor Humala mantiene lo que ningún gobierno, en las últimas tres décadas, ha querido cambiar. Los Ministros se movilizan ilegalmente en medio de sirenas; son llevados por camionetas blindadas, rodeadas de motos y chicos con mala cara. Paran el tráfico todas las mañanas y se sientan en el reglamento de tránsito; y lo hacen en la cara de la gente. No es que estas diarias faltas activen el delito, pero encapsulan al funcionario de gobierno en una burbuja que los aleja mucho de lo que pasa en la calle. El reglamento permite ese privilegio a los Presidentes de los tres poderes del Estado y a Presidentes extranjeros; a los Ministros se les extendió este permiso, informalmente, en la época de los terroristas; hoy no tiene sentido alguno.

Un Ministro no está para ir contra lo que dice la ley; genera el fastidio del ciudadano, pero más todavía desacredita al policía, porque es él quien detiene el tráfico. ¿Con qué cara llega ese Ministro a su despacho, si no ha tenido contacto con el asalto en una esquina, con el caos vehicular, con la coima al policía que él como Ministro representa políticamente y con el acoso a una jovencita? Por eso dirán que todo es una percepción, porque ellos no sufren el desmadre callejero. Señor Humala, dígale a sus Ministros que no se pasen más la luz roja y que tomen nota de lo que pasa en la ciudad. Así usted estará mejor informado de lo que nos agobia, y no dirá más que todo se trata de cien años de percepción

Jaime Chincha
06 de junio del 2014

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