Juan Sheput
Las clásicas maniobras del culpable
Pedro Castillo se sabe culpable, y solo busca desviar la atención
Un viejo truco de los que se saben culpables es desviar la atención. Y qué mejor forma de desviarla que mediante la victimización, la humillación, la mentira. Gritar ¡al ladrón, al ladrón! después de haber robado, puede generar solidaridad, compasión y hasta respaldo. Como dice la vieja canción de Sabina “en cada golpe dejabas tu sello / y mientras a salvo reías y contabas las pelas / alguien pasaba gritando / ¡al ladrón, al ladrón!”.
Claro que para ello se necesita de ingenuos que acepten la mentira. O de organismos como la OEA, que se presten a la maniobra a pesar de las evidencias. También de funcionarios que no sepan hacer su trabajo, y de los que sabiéndolo se quedan pasmados.
Pedro Castillo viene siendo investigado por múltiples motivos. La Fiscalía ha encontrado indicios razonables para abrirle siete carpetas de indagación. No solo hay testimonios de colaboradores eficaces, sino también una serie de hechos que, al cruzarse, señalan que existe una organización criminal que reside en Palacio y estaría liderada por el propio presidente de la República.
Pedro Castillo, sabiendo que en el país una parte de la institucionalidad funciona, se siente acorralado. Ha corrompido el Ejecutivo y parte de un grupo de estamentos, pero aún hay sectores no contaminados en el Congreso y el sistema de justicia que no puede controlar. Por eso, temeroso, recurre a instancias internacionales, a sabiendas que estas han sido tomadas por el comunismo internacional. Cuenta para ello con una Cancillería que, en su momento, tendrá que ser investigada por blindar a un régimen carcomido por la corrupción. Pedro Castillo se sabe culpable, por eso necesita desviar la atención. Como el ladrón a punto de ser capturado que gime y lloriquea denunciando el posible abuso de sus captores. ¡Al ladrón, al ladrón!
La OEA pretende inmiscuirse en procesos internos del país. Eso es atentar contra nuestra soberanía. De partida es inaceptable que se diga que en el Perú está en riesgo la institucionalidad y que se está rompiendo el orden constitucional. En todo caso quien lo ha puesto en crisis es Pedro Castillo, que busca respaldo en el mismo organismo que antes se ha hecho de la vista gorda ante tiranos corruptos como Evo Morales en Bolivia, Daniel Ortega en Nicaragua o Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela.
La mejor respuesta a la llegada de la misión de la OEA es que el Congreso de la República continúe con los procesos de vacancia y destitución de Pedro Castillo y Dina Boluarte. Y la misma Fiscalía de la Nación, que goza del respaldo de la ciudadanía y de la Junta de Fiscales, debe continuar investigando. No podemos tolerar que un grupo de diplomáticos serviles sigan destruyendo al país.
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