Dardo López-Dolz
¿La vida antes que la patria en el día de Bolognesi?
Penetración ideológica comunista entre nuestras autoridades
Ayer 7 de junio conmemoramos el heroísmo de Francisco Bolognesi. A raíz de los sucesos recientes es natural preguntarse si resulta razonable esperar valentía y patriotismo militar equiparables ante amenazas contemporánea equivalentes. Aunque siempre posibles, los conflictos bélicos con las características de la Guerra del Pacífico o como las dos guerras mundiales son poco probables en tiempos de guerra asimétrica. Hoy la guerra se pelea de otras maneras, pero las consecuencias de ganarla o perderla son similares.
Ningún estratega militar pondrá en duda el cuidadoso (y costoso) planeamiento previo para la ejecución metódica y sincronizada de las protestas simultáneas en Chile hace unos meses y en EE.UU. hace pocos días, incluidos los actos de vandalismo y terrorismo que se camuflaron detrás de la ingenuidad legítima de los protestantes pacíficos inducidos a marchar. Desde que EE.UU. perdió políticamente la guerra de Vietnam tras haber aniquilado la capacidad militar del enemigo en la ofensiva del Tet, la subversión ideológica y las ofensivas mediáticas han probado ser más eficaces que los misiles. Una prueba local de ello es la persecución judicial infinita de los héroes que derrotaron militarmente la subversión comunista en el Perú. España vive también hoy las consecuencias de una cuidadosa y larga subversión ideológica similar.
Una vez infiltrados los enemigos en el magisterio, el clero y la academia, el producto han sido generaciones de profesionales condicionados para tamizar su pensamiento por los filtros de la corrección política, el lenguaje modificado y la percepción la percepción inducida antepuesta a los hechos y las pruebas. Era solo cuestión de tiempo que fueran ocupando la línea de mando de las organizaciones estatales y privadas (convirtiendo a estas últimas en poco capaces de defenderse), esperando que sus antecesores pierdan vigencia intelectual, se jubilen o mueran, para ocupar las posiciones relevantes en la administración de justicia, la administración pública y la prensa. Esto les permitirá reforzar el terreno ganado, mientras camuflan con grados académicos la penetración ideológica de las fuerzas del orden, llevándolos inadvertidamente a traicionar la memoria de sus hermanos en armas caídos en el combate patriótico.
El año 2006, la ministra del Interior, Pilar Mazzetti; el ministro de Defensa, Allan Wagner; y el alto mando policial y militar, fueron alertados, con amplia documentación sustentatoria, por la Digimin. Las Casas del Alba y las Casas de Amistad Peruano Venezolana y Peruano Cubana estaban infiltrando agentes de inteligencia venezolanos y cubanos en el Perú, siempre bajo la cubierta de médicos. Las conclusiones de la Digimin fueron compartidas por las direcciones de inteligencia del EP, MGP y FAP, y el Gobierno de entonces tomo las medidas necesarias para contenerlos. Hasta que llegó Ollanta Humala al Gobierno.
Ningún militar bien formado y bien intencionado dudará de la frondosa documentación que prueba los nexos reiterados de la dictadura cubana con la mayoría de diferentes ofensivas subversivas que han asolado la región. Todo analista de inteligencia sabe que más del 75% de los agentes, recursos y tiempo de los aparatos de inteligencia contemporáneos es dedicado a labores de subversión ideológica, y solo un 25% a la colección de data. La llegada de agentes de inteligencia es entonces la llegada de especialistas en subversión ideológica.
Hace pocos días, el Gobierno socialista que preside Martín Vizcarra ha recibido, con banderita y foto oficial, oleadas de “médicos cubanos”. No me sorprende esa actitud de quien en su discurso por el Día de la Bandera declaró que la vida y la salud son la únicas banderas del Peru. Poco le importó la memoria heroica de quienes ante el ejercito invasor hace más de un siglo, o ante el ataque artero del terrorismo comunista hace pocos años, no dudaron en arriesgar su vida e defensa de la patria.
Me pregunto si quienes aplaudieron la afirmación de la vida y la salud como únicas banderas del Perú comprendieron la trascendencia de tal afirmación. Y si serían capaces de honrar la tradición de Bolognesi.
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