Gustavo Rodríguez García

La tragedia del contribuyente

La tragedia del contribuyente
Gustavo Rodríguez García
20 de abril del 2015

Cuando la ley/regulación cuesta demasiado, migramos a la informalidad.

En 1968 se publicó el famoso trabajo de Garret Hardin en la Revista Science en el que se aludía a una interesante paradoja titulada “La Tragedia de los Comunes”. En esa paradoja, diversos individuos utilizan irracionalmente un recurso limitado compartido hasta llevarlo a la desaparición, esto es, hasta conducirlo a un punto no deseado por ninguno de los sujetos que aprovechaban el recurso en primer término.

Aunque no se trata de un caso de pluralidad de individuos explotando un mismo recurso, piense en el empleo irracional de un recurso valioso: el contribuyente. La Administración Tributaria fiscaliza principalmente a quienes cumplen sus obligaciones tributarias o a quienes son identificables o rastreables. La imposición de mayores controles y mayor carga tributaria constituye un escenario de explotación de un recurso que es, de alguna manera, visualizado como un recurso inagotable.

Sin embargo, los contribuyentes tienen una restricción presupuestaria y sus fondos, por tanto, son finitos. De la misma forma que una plantación finita y valiosa desaparece como consecuencia de la sobre explotación del recurso, un contribuyente “desaparece” como consecuencia de la explotación exacerbada e irracional del recurso. Esta “desaparición” no es más que la migración de un contribuyente rastreable a la informalidad. En ese escenario de informalidad, el recurso no es más explotado y dicha migración hace que la presión tributaria recaiga en menos personas quienes, en consecuencia, tienen mayor incentivo para migrar a la informalidad ante el uso (“explotación”) previsiblemente más intenso que pueda hacer la Administración Tributaria.

Si se sobre explota al contribuyente, ese contribuyente se esconde y eso representa un perjuicio para los reguladores que ahora deberán trasladar ese impacto a los contribuyentes que sobrevivan afianzando el incentivo para que éstos se escondan. Al final, una minoría termina soportando el costo que todos deberíamos soportar. Cuando la ley/regulación nos cuesta demasiado, migramos a la informalidad. La política pública debería orientarse a ensanchar la base de contribuyentes y no empujar a los que existan hacia la desaparición. La Tragedia de los contribuyentes se verifica cada vez que el Estado nos grava, de una u otra forma, sin darse cuenta de los efectos que un gravamen desordenado genera. La política pública no debe operar como un perro que se muerde la cola.

Por Gustavo Rodríguez García
20 - Abr - 2015  

Gustavo Rodríguez García
20 de abril del 2015

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