Tino Santander
La revolución social
Las posibles causas de una convulsión política y social
Mi amigo Hugo Otero, me dice que escribo desde las barricadas, siempre anunciando rebeliones campesinas y populares. Tiene razón. Veo un país convulsionado en camino a una revolución social. Mis amigos liberales e izquierdistas creen que predico en el desierto como Juan “El Bautista”.
Es posible que ver y escuchar al país de otra manera te de una percepción diferente. Lo cierto es que encuentro rabia en la cola de los bancos (la gente paga altísimos intereses por sus tarjetas de crédito), escucho expresiones de ira y dolor de miles de peruanos que van al seguro social y los citan luego de tres meses y cuando los atienden no hay medicinas; afirman que los seguros privados son una estafa que te llenan de argumentos para que pagues más y nadie hace algo.
Cuando voy a los mercados limeños a buscar un buen cebiche, pregunto a las señoras que venden y compran, si los precios están caros y todas gritan: “señor en qué país vive, acá todos los días suben las cosas”. La gente dice que comprar pescado es imposible. El pollo está 9 soles; las papas han subido de 1 a 3 nuevos soles. Así, la lista es interminable.
La paradoja del Perú es que tenemos 10 millones de peruanos sin agua ni desagüe, sin pistas ni veredas, sin seguridad, que viven en los cerros y arenales del Perú, abandonados y marginados. Sin embargo, tenemos 32. 5 millones de celulares; 7 millones de Smartphone (23% de la población que serán la vanguardia de la revolución social). Los pulpines son un ejemplo de movilización social organizada desde las redes.
El 82% de los agricultores no tiene acceso al crédito, menos asistencia técnica; los agricultores reclaman políticas agrarias no paliativos que se aplican cuando los campesinos se rebelan. Los campesinos que viven a más de 3500 msnm envían a sus hijos a escuelas en las que hay un solo profesor para cinco grados y caminan más de 4 a 5 km diarios, muchos de ellos nunca han subido a un automóvil.
En el Perú la corrupción es una forma de vida. Desde el político que cambia de partido “para servir al pueblo”, hasta los dirigentes sociales venden y mercantilizan las luchas campesinas, ya no se pelea por obras, ni proyectos productivos sino por dinero en efectivo. Es una epidemia que nace con Pepe Julio Gutiérrez (Frente Amplio) que vendía las reivindicaciones del pueblo de Cocachacra por un millón de lentejas.
Los candidatos prometen refundar y aumentar salarios para la policía. La población desconfía de la Policía. Ve las noticias de policías heroicos que salvan vidas e impiden crímenes que se eclipsan con las crónicas de policías que asaltan, secuestran y extorsionan desde las comisarías. Nadie cree que este problema se resolverá.
Estoy convencido de que existen condiciones para una revolución social; las clases medias emergentes empiezan a perder capacidad de consumo y se sienten en las calles. Mientras tanto los candidatos están ocupados en el marketing que los ayude a ganar las elecciones. No están interesados en representar y defender a los peruanos.
La rabia de la mayoría silenciosa que trabaja y estudia crece que la alegría del verano atenúa. Pero la gente solo ve a su alrededor corrupción, demagogia, “plata como cancha”. En cualquier momento la pradera se incendia. Entonces llegará nuestro Robespierre apoyado por las masas para poner orden en el Perú.
Por: Tino Santander Joo
(*) Fotografía: MALDEOJOfotos
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