César Félix Sánchez
La Reforma cumple 500 años
Con la bula Exsurge Domine
Hace quinientos años, el 15 de junio de 1520, el papa León X demandaba la retractación de Martín Lutero con la bula Exsurge Domine. Es precisamente en este punto –más que en la muy mitificada y prácticamente simbólica colocación de las 95 tesis (que no eran ni 95 ni tesis, como señala García Villoslada) en la iglesia de Wittenberg, tres años antes– en que debe marcarse la definitiva separación entre las dos teologías cristianas: la tradicional y la reformada.
El enfrentamiento no podía ser más simbólico: un papa Médicis, formado en el humanismo renacentista más refinado y proveniente de una familia de banqueros (era hijo de Lorenzo el Magnífico), contra un monje sajón, teólogo de armas tomar y de rusticidad impetuosa, hijo de un minero informal. La urbe romana, con sus grandezas y miserias, contra los bosques germánicos, con sus paisajes evocadores pero también sus peligros siniestros.
Mucho se ha especulado sobre los efectos de la Reforma. Se ha llegado a decir que habría creado el capitalismo. Incluso algunos atribuyen esta tesis a Max Weber. Nada más lejos de la verdad. El capitalismo había aparecido siglos antes de la Reforma, precisamente en las ciudades comerciales italianas. Lo que Max Weber sostiene es que el calvinismo, la versión latina y abogadil de la Reforma, se constituiría en el espíritu del capitalismo, en su ideal espiritual propulsor, gracias a su doctrina del trabajo y de la austeridad como ascetismo intramundano.
El luteranismo, por su parte, sería más bien agrario y defensor de la autoridad del Estado, al que le acaba por entregar el gobierno de todas las realidades seculares y de la Iglesia misma. Ernst Troeltsch, él mismo luterano, sostenía en su clásico El protestantismo y el mundo moderno que la Reforma influyó más bien en el desarrollo del estado y la burocracia, a la que revistió de un carácter de servicio divino. Con respecto al calvinismo, sostenía que su gran legado había sido el triunfo del empirismo, pues «al disgregar la acción divina en puros actos individuales de la voluntad, que no están trabados por ninguna necesidad interna ni por ninguna unidad sustancial metafísica, representa el principio de lo acentuación de lo singular y lo fáctico». Y en lo que se refiere a la democracia, que habría sido fomentada por los reformadores según alguna interpretación vulgar, sostiene que «es extraña al espíritu calvinista y ha podido salir de ella únicamente en aquellos casos en que, como ocurría en Nueva Inglaterra, faltaban los viejos elementos estamentales de Europa».
No sería para nada extraño entonces que en las regiones luteranas de Alemania floreciera la mayor y más disciplinada burocracia existente en la historia, el ejército prusiano, y que de aquel ambiente cultural surgiese Georg Friedrich Wilhelm Hegel, el más grande teórico de la omnipotencia del Estado, como único espacio de eticidad posible, y maestro de Karl Marx y de Giovanni Gentile.
COMENTARIOS