Juan Carlos Valdivia
La premier virtual
Reflexiones sobre el poder real que ejerce Ana Jara en el Ejecutivo
Ana Jara ha logrado un interesante posicionamiento en algún sector de la prensa en base a una dedicada tarea de relaciones públicas. Si antes te reunías con Nadine Heredia a tomar un café en su oficina en Palacio, ahora lo haces con Ana Jara, “Anita” para los amigos, quien te contará sobre su protagonismo en la toma de decisiones o rajará de algunos ministros y congresistas. Luego se convertirá en una ferviente usuaria de los mensajes de texto para halagar toda intervención o artículo que el periodista publique.
Los periodistas requieren de fuentes para enterarse de las interioridades de lo que sucede en las alturas del poder, pero lo que no puede suceder es que se enamoren de la fuente. Cualquier persona medianamente informada sabe que Ana Jara –más allá de lo que ella y su club de amigos quieran creer- no es parte del poder y no lidera ninguna facción en el gobierno. Desde que se produjo la elección de Ollanta Humala, el poder se ha compartido entre el electo presidente y su esposa. Y nadie más.
El único valor de Ana Jara es saber relacionarse con los medios de comunicación. No es una gestora, ni una ideóloga. Es tan solo una pieza más en el ajedrez de la mal llamada “pareja presidencial”. Ocupa el premierato en virtud a la lealtad mostrada al matrimonio Humala-Heredia, y se mantendrá en él en tanto ellos lo consideren necesario.
La crisis por la que atraviesa el gobierno actualmente es producto de ese modelo bicéfalo que impusieron desde el inicio, con la señora Heredia funcionando en la práctica como la verdadera Presidenta del Consejo de Ministros, y quien interpreta el pensamiento del Presidente Humala ante los ministros.
No hay pues una lucha de facciones, como algunos ingenuamente sostienen –siguiendo lo dicho por Ana Jara- sino la implosión de un sistema vertical, de dos cabezas, que actúa sin límites (por la negligencia de los que se llaman de oposición), y que, en ese administrar el poder sin controles, sintieron que podían actuar por encima de la ley.
El caso del espionaje a miembros de la oposición y a la vicepresidenta Marisol Espinoza llevó a la premier Jara ante la Comisión Permanente. Ahí la señora Jara se burló de la representación nacional que le pedía explicaciones, llevó al jefe de la DINI, que contó una historia del espionaje internacional, para luego la misma Premier Jara afirmar que ella no respaldaba lo dicho por el jefe de la DINI. ¿Entonces qué explicación ha dado al Congreso? Ninguna. En la misma sesión, el congresista Juan Carlos Eguren denunció que desde la DINI se había estado realizando averiguaciones en Registros Públicos sobre algunos congresistas, entre ellos el mismo Eguren y Cecilia Chacón. El congresista García Belaunde señaló que de igual manera se había investigado en Registros Públicos, desde la DINI, a 14 miembros de su familia. ¿Qué acción tomó Jara ante tales denuncias? Ninguna. Ni se indignó, ni mostró la menor sorpresa. No le reclamó al jefe de la DINI ahí presente. Es que no puede hacer nada, pues otra persona es quien ejerce en realidad el poder.
La congresista Ana Jara no tiene poder, pero tampoco la dignidad suficiente para alejarse de un cargo en el que ella no toma las decisiones y solo sirve de pantalla al poder bicéfalo. Es una premier virtual.
Por Juan Carlos Valdivia
(2 - Feb - 2015)
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