Raúl Mendoza Cánepa

La pobreza y la libertad

Mientras menos elección real tenemos, más pobres somos

La pobreza y la libertad
Raúl Mendoza Cánepa
29 de mayo del 2017

Mientras menos elección real tenemos, más pobres somos

En realidad, es difícil saber con exactitud qué es ser pobre, porque la definición monetaria es muy corta. En el Perú ser considerado pobre es entrar en ese amplio submundo de personas cuyo gasto diario es menor que el costo de una canasta básica. La capacidad de gasto se asocia al bienestar. Es un cálculo elemental que excluye el valor subjetivo de las necesidades individuales.

Quizás en los hechos existan elementos complementarios no formalizados para calcular la pobreza real: la calidad de vida desde las carencias subjetivas, el consumo de calorías per cápita, las oportunidades cerradas, la precariedad del empleo, la privación del acceso a la salud, la informalidad, la imposibilidad de un ahorro previsional para la vejez, etc. Así, si las cifras nos dicen que la pobreza se redujo en el Perú durante los últimos años, quizás es porque usamos una referencia bastante simple.

Podría ser que una familia con mil soles de ingresos se considere pobre porque asume que su capacidad no alcanza para las expectativas que legítimamente pueda tener de calidad de vida, aunque esta no se pueda medir. Una persona postrada en una cama es más pobre que quien se pueda movilizar, al margen del ingreso respectivo. Por ejemplo, en una familia de tres hijos y con un ingreso familiar promedio de mil soles, es poco probable que ellos accedan a una educación óptima, lo que reduce el potencial de competencia laboral futura o la igualdad de oportunidades en un futuro que será aún más exigente en cuanto a adquisición de títulos y posgrados. La pobreza puede ser un lastre generacional, como la pertenencia a una casta.

Pobre puede considerarse, al margen de las estimaciones oficiales, quien tenga un empleo empecinadamente precario o viva a salto de mata con trabajos temporales y cuyo destino sea siempre lo incierto, sin opciones de inversión. En el Perú no se puede elegir un empleo formal ni una pensión razonable. Los subempleados que no tienen opciones de ahorro a futuro y viven el día, así como los marginados del mercado, ven reducido su campo de elección. La pobreza tiene un sello social, incluso el título profesional y las habilidades laborales pueden ser capital muerto en un país en el que los doctorados en el extranjero cuentan más que la eficiencia. En ese marco, la libertad también es mellada.

En un país que fija la pobreza según el ingreso monetario, la libertad de elegir también tiende a ser el primer valor a medir. Por decir, mientras más pobre en términos monetarios es una persona, menos libre es, y poco importan los ideales que tracen la Constitución y las declaraciones universales. Una persona que ingresa a un supermercado con varios miles de soles en la billetera es más libre que aquel que entra con algunas monedas en el bolsillo, aun cuando su gasto sea superfluo. La libertad de elegir, en términos de Friedman, sugeriría que el pobre no es libre porque elige efectivamente menos, y el rico es mucho más libre porque tiene mayores opciones de elección real, al margen del objeto de la elección.

Elegir el gasto, el empleo formal, la certidumbre, tener una familia, el lugar de formación y de atención a la salud, tanto como el futuro previsible, nos hace menos pobres. Asumimos, así, que la pobreza y la riqueza se miden en función de la libertad de elegir más que por el número per se. Desde esa línea, es la libertad de elegir y sus consecuencias, lo que en definitiva determina cuán ricos o cuán pobres somos. Quizás seamos más de lo que se dice. Nutrirse, a secas, es una necesidad, no una opción.

Mientras menos elección real tenemos, más pobres somos. Si ni S/ 300 ni S/ 600 nos permiten elegir en el universo de nuestras expectativas, significa que somos relativamente pobres. Pobre soy si no puedo elegir ser empleado, tener una pensión, un techo propio o una calidad de vida razonable, en función de mi dignidad de persona y mi propia valoración. La libertad no debiera ser solo una utopía entintada en papel. Esta es una posibilidad que los liberales solemos rehuir para no convertir lo que defendemos en una simple y vana ilusión.

 

Raúl Mendoza Cánepa

Fotografía: Perú21

Raúl Mendoza Cánepa
29 de mayo del 2017

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