Jorge Morelli
La oposición no sabe para quién trabaja
En cuatro meses más habrá un nuevo presidente del Congreso
Luego del fracaso de su segundo intento de vacar la Presidencia en los primeros ocho meses de este quinquenio, todo indica que la oposición no va a cejar en su terca determinación e irá ahora por la destitución del presidente.
Como ya es público, la vacancia por causal de “incapacidad moral permanente” es una barbarie que carece de debido proceso y consiste en lo que se le antoje a la mayoría de turno en el Congreso. La vacancia por destitución, en cambio, es una figura constitucional que tiene un debido proceso e involucra a la subcomisión de Acusaciones, a la Comisión Permanente y al Pleno del Congreso. El proceso se sigue rigurosamente con plazos cerrados y plazos abiertos que pueden modificar su duración. No obstante, los conocedores estiman improbable que el proceso entero tome menos de tres meses; y piensan que, eventualmente, puede llevar cuatro o cinco. Para entonces ya habrá un nuevo presidente del Congreso.
De prosperar la destitución, asume el primer vicepresidente hasta el final del período. Salvo, claro, que la oposición decida vacar nuevamente la Presidencia para que, como manda la Constitución, asuma el presidente del Congreso y convoque de inmediato a elecciones. Ese, precisamente, parece haber sido desde el principio el plan de la oposición, ya que, desde su punto de vista, cambiar al presidente actual por su vicepresidenta es solo más de lo mismo.
Pero hay una incógnita en el camino. En cuatro meses más, habrá un nuevo presidente del Congreso o estará por haber uno. La nueva Mesa Directiva del Congreso se elige todos los años el 26 de julio, llueva o truene. Por un lado, una destitución en proceso convertiría la elección de la Mesa Directiva del Congreso en una feria: la virtual elección de un presidente de la República potencial solo entre congresistas. Para los peruanos eso será un espectáculo grotesco.
De intentar por tercera y, quién sabe, una cuarta vez la vacancia del presidente y de su vicepresidente también, la oposición no sabe hoy a quién estará sirviendo mañana. Si sigue como hasta hoy, la oposición no sabe para quién está trabajando.
Es hora de que reinvente toda su estrategia.
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