Neptalí Carpio
La migración de los parques industriales de Lima
Uno de los temas centrales del debate electoral municipal que ya se avecina
Uno de los temas centrales del debate electoral municipal que ya se avecina
Uno de los fenómenos socioeconómicos actuales más importantes en la capital es la migración de los parques industriales hacia la periferia de la ciudad. La tendencia es que estas nuevas zonas industriales se ubiquen en Lurín, Chilca, Huachipa, las pampas de Ancón y Chancay. Las viejas zonas industriales del centro de la ciudad y los parques industriales de los llamados “conos”, ceden el paso a proyectos inmobiliarios o centros comerciales; sienten incomodidad por la tugurización, la informalidad y alta densidad urbana. Tienden entonces a buscar otros espacios para crecer, exportar, almacenar mayor cantidad de mercancías y producir innovaciones tecnológicas.
Al sur de Lima, en Chilca, ya están en desarrollo tres proyectos de inversión que suman más de 900 ha: Centro Industrial La Chutana, Indupark y Sector 62. Asimismo, al este de Lima, se han vendido más de 100 ha a cerca de 46 empresas industriales en la ciudad industrial Huachipa. Este parque industrial, de una extensión de 480 ha, está en su primera etapa de desarrollo, a cargo de la empresa Bryson Hills S.A. Por otro lado, el Ministerio de la Producción (Produce) realiza los preparativos para instalar el Parque Industrial de Ancón sobre un área de 1,338 ha. Este ministerio ya culminó los estudios técnicos del proyecto y ha formulado un Plan Maestro para Proinversión. La oferta del espacio se dirige a empresas privadas nacionales e internacionales de diversas escalas, desde microempresas hasta grandes empresas tractoras. Todos estos proyectos ayudarán a mejorar la planificación, zonificación y ordenamiento de la ciudad.
Lo ideal es que este proceso confluya ordenadamente con la creación de ciudades satélites para absorber la mano de obra de las nuevas generaciones, terminando por consolidar una Metrópolis policéntrica. Es un reto para el Ejecutivo, las gestiones municipales, Sedapal y las empresas de electricidad y telefonía fija y móvil, en vista de que esos nuevos espacios de industrialización requerirán múltiples servicios y alta conectividad. Pese a ello, existe un déficit de espacios para las industrias. Según la Sociedad Nacional de Industrias (SIN) se calcula que para los próximos quince años se requieren unas 14,000 ha para industrias.
Ahora que las industrias se moverán a la periferia, el reto para el centro de la ciudad es gestionar los espacios liberados. Esta migración traerá varias ventajas. Es positivo, por ejemplo, para el medio ambiente que estas actividades, que suelen utilizar productos contaminantes, se sometan al control de un nuevo planeamiento urbano. De esta manera se generarán espacios que podrán ser utilizados para dar nuevos servicios a la ciudadanía, como parques, colegios y centros médicos.
Como es evidente, cambiar el uso de la tierra es insuficiente. El empresario industrial requiere también que el lugar disponga de servicios básicos: agua, luz, desagüe, etc. Todavía en Lurín —en el parque industrial que tiene zonificación I2— se observan plantas con tecnología de punta que tienen que comprar agua de cisternas porque no cuentan con el servicio, lo cual es inexplicable. En Chilca la situación es similar: Hay solo 50 ha con zonificación industrial. Muchas empresas han comprado terrenos eriazos y están a la espera de que se realice el cambio de uso. Pese a la importancia de la zona para la producción energética del país, el Estado no planificó la creación de un futuro polo industrial. La gran mayoría de los parques industriales existentes fueron creados por iniciativas privadas.
Por contradictorio que suene, la gestión del suelo de la ciudad tiene un doble reto. Por un lado, tiene que garantizar los necesarios espacios para áreas verdes, recreación y otros servicios para un hábitat saludable de la ciudad; pero, por otro lado, tiene también que crear nuevos espacios para el desarrollo industrial. No hacerlo es tener una visión unilateral.
Si la ciudad crece cada día más, no solo requiere una amplia oferta de servicios y comercio, en los que se empleará una reducida parte de la Población Económicamente Activa (PEA). Requiere también potentes y nuevas zonas industriales donde se pueda ofrecer de manera masiva empleo de calidad, desarrollando competencias, habilidades y capacidad de inventiva. Esas nuevas áreas, a una distancia prudente de las nuevas ciudades satélites, es lo que hará también posible una ciudad sostenible y al mismo tiempo competitiva.
El secreto es que la gestión metropolitana de la ciudad, en coordinación con el Ejecutivo y en diálogo con los empresarios, promueva un desarrollo equilibrado, gestionando y administrando adecuadamente los diversos intereses de los agentes económicos y los ciudadanos. Pero para ello se requiere un nuevo modelo de gestión de la ciudad. Y ese debe ser uno de los puntos más importantes del debate electoral municipal que ya se avecina.
Neptalí Carpio
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