David Auris Villegas
La madre: nuestra primera educadora
Transmiten valores, enseñanzas prácticas y lecciones fundamentales para la vida
La madre es la auténtica líder de toda familia en el mundo. Sin importar su posición social, económica, religiosa o cultural, todas han sido nuestras primeras maestras de la vida. En honor a su sublime destino, en diversos países cada segundo domingo del mes de mayo se celebra el Día de la Madre, con el propósito de reconocer el amor y sacrificio por sus hijos.
En las instituciones educativas, esta fecha se conmemora a través de actividades, arreglos florales, eventos culturales y banquetes. Pero ahora, con la invasión de la tecnología y el atroz individualismo, cobra relevancia el desafío de hacer entender a los estudiantes que la persona más importante de su vida es su mamá.
Dado la asombrosa presencia de la tecnología, los teléfonos celulares y las redes sociales, los niños y adolescentes se encuentran sumergidos en un entorno digital absorbente, explorando la conexión emocional sin límites, en desmedro de la auténtica amistad con sus madres. Esta desconexión genera obstáculos en la comunicación y afecta la relación madre-hijo, dañando a la raíz de toda familia, la madre, que es el comienzo del maravilloso milagro de la vida, como señalan Francisco Grass y Pilar Maiz.
A pesar de que millones de madres no ostenten un título de maestra, cuentan con una fuente de conocimiento intrínseca que les brinda la posibilidad de educar a sus hijos de forma natural. Dentro de su amor incondicional, la intuición y la experiencia cotidiana, transmiten valores, enseñanzas prácticas y lecciones inolvidables que son fundamentales para la vida.
El liderazgo inspirador de las madres se manifiesta a través de su capacidad para motivar, guiar y nutrir el potencial de sus hijos, sin poseer un título universitario. Con su ejemplo y dedicación impulsan en sus hijos la creatividad y la confianza en sí mismos, estimulándolos a alcanzar sus objetivos y convertirse en individuos comprometidos con su desarrollo personal y social.
La madre es la artífice y maestra de todo hogar, y ella es la dueña de los corazones y, por tanto, la más suave y la más eficaz reina de las almas, dice el padre Eduardo Pavanetti. Ella exhibe su habilidad para establecer un entorno acogedor y armonioso, en el cual imprime su pedagogía del amor como motor fundamental en el éxito de la familia.
Pero a medida que todo transcurre y se concluye, nuestras madres irán apagándose como todo ser vivo. Algunas envejecerán en un estado de abandono y otras con especial atención. Cuidar de ellas es nuestro deber filial. Garanticemos la satisfacción de sus necesidades médicas, emocionales y sociales brindándoles compañía, respeto y comprensión en todo momento, reconociendo el valioso sacrificio, la dedicación y la educación que ellas nos han regalado a lo largo de sus vidas.
En las instituciones educativas, al valorar la sabiduría de las progenitoras durante la formación de los estudiantes, están reconociendo a la primera educadora natural, la mamá que, a diferencia de los maestros, ella educa con su amor puro e inmarcesible.
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