Dante Bobadilla
La izquierda y sus cadáveres
Cuando la verdad vale menos que lo moralmente correcto
El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador acaba de remecer al mundo pidiéndoles oficialmente al rey de España y al Papa que se disculpen por la conquista del Nuevo Mundo. Este tipo de ocurrencias son muy típicas en los miembros de la izquierda latinoamericana. Hemos escuchado disparates similares a Evo Morales, Nicolás Maduro, Hugo Chávez, Fidel Castro, entre otros grandes genios del progresismo.
Parte de la patología de izquierdas es vivir atrapado en el pasado. De inicio rebuscan en la historia un personaje que simbolice su lucha: Martí para los castristas, Bolívar para los chavistas, Sandino para los sandinistas, Túpac Amaru para los velasquistas, etc. Allí empieza su gran parecido con una religión laica que escoge su propio profeta y guía espiritual, en cuyo nombre y memoria el nuevo líder y gurú salvador dirigirá a su rebaño por el camino de la luz, exigiendo lealtad y fidelidad a sus ideas.
La obsesión por el pasado llevó a Hugo Chávez a desenterrar el cuerpo de Simón Bolívar para probar que no murió de tuberculosis, sino asesinado por traidores, como sospechaba. Por su parte, la izquierda española está empeñada en exhumar el cadáver de Francisco Franco, quien murió en 1975 pero sigue siendo un personaje vivo en la política española gracias a los rencores de la izquierda. Menos mal que en el Perú nadie sabe dónde están los restos de Túpac Amaru, porque si no el dictador Juan Velasco Alvarado y su corte de comunistas ya lo hubieran desenterrado y puesto en una urna de oro en la Plaza de Armas.
La izquierda pretende borrar todo rastro de la conquista española. Incluso en los EE.UU. han empezado a quitar estatuas de personajes acusados de “esclavistas”. Ya hace tiempo que en Lima desaparecieron la estatua de Pizarro. Pero además, la historia oficial fue grotescamente manipulada por intelectuales de izquierda para presentar a la Colonia como una época nefasta y oprobiosa, a la vez que se ensalza la Independencia como la mayor gesta de nuestra historia. Nada de eso es verdad. Cuando la historia es vista desde una perspectiva moral deja de ser ciencia y se convierte en ideología barata. La Independencia solo fue el inicio de una larga historia de corruptelas y revueltas que nos condujeron al caos y la miseria. La manipulación ideológica de la historia solo fomenta el chauvinismo patriotero y la xenofobia.
El fracaso de la izquierda en todos sus campos de estudio radica en que lo hace a partir de una postura moral. De allí que resulte imposible que sus conclusiones sean válidas, ya que sus análisis no son objetivos. El principal mérito que pretende exhibir un intelectual de izquierdas es su postura moral. Incluso Marx apelaba a esta moralidad social para condenar al capitalismo, y solo por eso le dieron tanto crédito. La izquierda condenó al capitalismo porque, según ellos, era inmoral. Le achacaron todos los defectos al “sistema capitalista”, cuando en realidad eran características propias del ser humano, tales como el egoísmo, la ambición y la competitividad.
A partir de su postura moral, la izquierda pretende elevarse por sobre los demás, como si solo con ello sus visiones fueran válidas. La idea de que algo es moralmente correcto predomina por sobre la verdad simple y objetiva. La magia de esta postura es tan fuerte que muchos terminan convencidos de que cualquier disparate es cierto si es moralmente válido. Esto llega al extremo de considerar “ciencia” las más delirantes visiones de la realidad. Cualquier afirmación alcanza la categoría de “ciencia irrefutable” si es moralmente correcta. Así de simple. Para muestra un botón: la plusvalía, ese disparate inventado por Marx, afirmaba que la riqueza del capitalista se origina en el trabajo no pagado; por lo tanto, el capitalismo equivalía a explotación. Marx no sabía absolutamente nada de capital, ni de empresas, ni de riquezas, pero su discurso parecía moralmente correcto y eso fue suficiente.
La única especialidad de la izquierda es tergiversarlo todo con fines ideológicos, incluyendo la sexualidad humana. La realidad para la izquierda es solo una construcción teórica y retórica. Todo charlatán de izquierdas se presenta como experto en algún tema que acaba siempre siendo solo humo. Por ejemplo, en estos tiempos abundan los expertos en enfoque de género. Y hasta venden maestrías en ese campo. El Estado peruano ya está asfixiado en ese humo.
COMENTARIOS