Luis Hernández Patiño
La izquierda parásita
Una plaga política que reclama ser agente del cambio
Hace unos días apareció en Twitter un hashtag que hacía referencia a la izquierda calificándola de parásita. ¿Cuánto de cierto podía haber en aquel calificativo? Para encontrar respuesta a tal interrogante, basta con observar la conducta política del mencionado sector. Al respecto, veamos qué ocurrió en el devenir histórico electoral del Perú.
En el más reciente proceso presidencial, el del año 2016, la izquierda, que siempre se había proclamado anticapitalista, incitó a sus seguidores a votar por PPK. La excusa entonces fue, y sigue siendo, que había que impedir la llegada de Keiko Fujimori al poder. En el año 2011 la izquierda también se opuso a la candidatura de Keiko. Y obviamente, en el año 2021, si se diera el caso, haría lo mismo para mantener esa imagen de inmaculada oposición a todo lo que sea fujimorismo. Por lo tanto, estaríamos ante un modo de actuar coherente, frente al cual uno tendría que sacarse el sombrero.
Tal posición es coincidente con la asumida por Mario Vargas Llosa, quien no pierde la oportunidad de criticar al fujimorismo. Y a propósito, a modo de información, sobre todo para las nuevas generaciones, conviene recordar que el escritor fue derrotado como candidato a la presidencia en 1990. Cito aquel proceso porque Vargas Llosa tuvo que enfrentarse entonces al candidato Alberto Fujimori. ¿Cuál fue la postura de la izquierda en esa oportunidad? Siguiendo su línea de conducta, podría pensarse que le dio su total apoyo al escritor y candidato del Fredemo, para cerrarle el paso a Fujimori. Sin embargo, lo que sucedió fue lo totalmente opuesto. En efecto, en esa oportunidad, el chinito de la honradez, la tecnología y el trabajo contó con el apoyo de la izquierda. Y aunque a los profesionales del olvido no les guste, debe recordarse que la izquierda tuvo hasta ministros en el Gobierno de Cambio 90.
La actitud cambiante, que se puede observar en la izquierda, tiene su explicación en su condición de parasitaria. En su conjunto, la izquierda es la expresión de una plaga constituida por piojos, pulgas, ácaros, chinches, liendres, alimañas, garrapatas y demás bichos aristocráticos y pequeño burgueses de la supuesta política, que reclaman ser los agentes del cambio dialéctico, pero que no tienen la capacidad de evolucionar. Valiéndose de un doble discurso, y partiendo de una cuidadosa prostitución de conceptos, semejantes bichos se esmeran en defender la vigencia de las relaciones de poder, así como la permanencia y perpetuación de los gobiernos que les permiten gozar de puestos y privilegios que, por su propio mérito, no son capaces de conseguir.
La izquierda ha pretendido presentarse como la antítesis de la derecha. Sin embargo, en el dinámico devenir del ejercicio del poder, la síntesis dialéctica que resulta es más que impresionante. Y es que, en la práctica, no hay peor derecha que la izquierda parásita.
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