Alan Rodriguez
La informalidad política del Gobierno central
Una oportunidad para los agitadores o populistas
Estamos ya cerca de cumplir seis meses en estado de emergencia; pero la nueva normalidad nunca llegó, pues observamos los mismos problemas de siempre: personas irresponsables, políticos populistas, autoridades culpando a otros de su ineptitud, los empresarios aprovechándose del apoyo del Estado y los pobres cada día más pobres. La informalidad se ha convertido en la más cercana oportunidad para muchos peruanos que buscan salir adelante. No juzgaremos el impacto de tales acciones en lo colectivo en medio de la cuarentena, ni las razones de su presencia histórica en cifras que superaron a las de muchos países en el mundo. Es fácil criticar el incumplimiento del confinamiento, pero esos críticos no viven la necesidad económica de esos hogares: desde llevar alimentos al hogar hasta pagar los préstamos a los que se comprometieron con diversos bancos, para invertir en negocios que la pandemia no ha permitido desarrollar.
Conociendo esta realidad, que no es comprendida por las autoridades del Gobierno central, se tomaron diversas acciones para combatir el Covid-19. Pero no funcionaron en un país como el nuestro, donde la teoría e iluminación de escritorio no coinciden con la realidad. Además, recién salíamos de una gran crisis política creada por el Gobierno de turno, que fue el creador de los Frankensteins de este Congreso “populista”, que ahora se ha vuelto tan impredecible para tomar decisiones sin evaluación, estudio o sustento. Podríamos decir que la “informalidad” también llegó al Poder Legislativo.
Esta informalidad en el Estado nos llevó a la promesa de tablets para los estudiantes más pobres del país, para acortar la brecha digital existente, que se entregarían en el mes de julio de este año; pero ya se ha anunciado que recién se hará en octubre, luego de diversos informes por parte de la Contraloría de la República sobre fallas en el proceso de adjudicación y retraso en los contenidos educativos. La informalidad política ha llegado a extremos que han puesto en dos frentes opuestos al Legislativo y Ejecutivo. La primera aprobó la devolución de su dinero a los aportantes a la ONP, y el segundo oponiéndose con otras propuestas de medidas extraordinarias a favor de los asegurados del Sistema Nacional de Pensiones.
Todos estos hechos nos hacen dar cuenta de que seguimos viviendo en la misma realidad. Con o sin Covid-19 el Estado está muy lejano de una verdadera reforma, porque la base de todo es la educación en valores y generar el acceso a los servicios básicos, sin ningún tipo de discriminación. Es importante tener presente, que las medidas tomadas por el Gobierno, en la mayoría de casos, no han sido respetadas por los ciudadanos, generando un rechazo al Estado de derecho. Esto es preocupante porque debilita el sistema democrático, y porque es una oportunidad para los agitadores o populistas que quieren liderar los cambios. Lo cual puede ocasionar que nuestra crisis política se agudice y retrocedamos en lo avanzado en el fortalecimiento del sistema democrático.
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