Neptalí Carpio
La globalización del dinero sucio
Se debe eliminar los paraísos fiscales y las empresas offshore
El escandalo mundial denominado “Panamá papers” revela operaciones presuntamente turbias de más de un centenar de líderes mundiales, en paraísos fiscales y a través de sociedades offshore. Hay varios líderes y empresarios peruanos comprometidos, lo que muestra por qué a la comunidad internacional no le interesa concertar tratados contra el narcotráfico, la corrupción y el tráfico ilícito de armas. Es lógico que si una buena cantidad de mandatarios o ex gobernantes tienen multimillonarios fondos de dudosa procedencia en los paraísos fiscales, no se atrevan a dar pasos firmes para combatir el delito público ni el lavado de activos.
Un reciente informe de la BBC de Londres señala la existencia de 43 paraísos fiscales alrededor de todo el mundo. Un paraíso fiscal es un territorio con baja o nula tributación y que, mediante normas específicas internas, garantiza la opacidad de las transacciones económicas y comerciales, pues en ellos no existen registros, formalidades ni controles. Del total de 194 países del planeta, solo en 22.2% de ellos los narcotraficantes, empresarios que quieren evadir impuestos y actores de delitos públicos tienen garantizado el secreto de sus enormes fortunas. Se estima que la suma total de dinero escondido en estas jurisdicciones en todo el mundo asciende a US$ 21 billones. Esto equivale a la producción económica anual de EE.UU. y Japón juntos.
Somos una aldea global, con un gigantesco volumen de dinero sucio; pero no solo eso. El economista peruano Hernando de Soto, a raíz de la gran crisis financiera ocurrida años atrás en USA y Europa, señaló que en el mundo hay aproximadamente US$ 600 billones de papeles de valorización de activos, sobre los cuales no tenemos información, no están bien registrados y no tenemos forma de evaluar si su composición es correcta o no. Es lo que él ha denominado “activos tóxicos”. La globalización del dinero sucio o mal habido y los activos tóxicos crean las condiciones para otras crisis financieras a nivel mundial, otras burbujas que pueden reventar en cualquier momento.
Como suele ocurrir en otros ámbitos de la sociedad, los sectores de menores recursos de todos los países son los más perjudicados con esta práctica fraudulenta o por lo menos nada transparente. Las elites adineradas pueden eludir obligaciones impositivas, que incluso llegan al valor de un presupuesto nacional de salud y educación. Estas personas y empresas multinacionales siempre encuentran la manera de obtener beneficios y ventajas competitivas. Estas prácticas contribuyen a aumentar la crisis financiera, y destruyen el empleo y la producción en algunos países pobres.
La existencia de paraísos fiscales y la evasión de impuestos, tanto en regiones ricas como pobres, imposibilitan la recaudación impositiva, dinero que podría utilizarse para fines sociales y para el crecimiento y desarrollo económico. Y lo más grave es que crea las condiciones para la “institucionalización” de la corrupción y el narcotráfico, en vista de que los Estados no tienen manera de intervenir sobre las cuestas bancarias de esos depósitos y realizar un seguimiento sobre su procedencia.
Este mundo globalizado avanza decididamente, a través de diversas cumbres, a ponerse de acuerdo para mitigar el calentamiento global, ampliar el ejercicio y garantía de los derechos humanos, establecer tratados de libre comercio, fijar metas mundiales para la disminución de la pobreza o la discriminación racial. En esas cumbres también tendría que incorporarse, con urgencia, una agenda para obligar a los a países que actúan como países fiscales a que pongan barreras, candados o mecanismos de transparencia que bloqueen la movilidad del dinero sucio. Y en el largo plazo el objetivo debería ser que no existan esos paraísos fiscales. La propia reglamentación para constituir empresas offshore, debería ser revisada.
Esperamos que esta investigación, desarrollada por un grupo de 400 periodistas a nivel mundial, marque el inicio de un potente movimiento internacional contra el dinero mal habido. La primera tarea, ya en curso, es mostrar en su verdadera dimensión a quienes desplazan a esos paraísos inmensas cantidades de recursos financieros sucios. Y que, como efecto de ello, se obligue a las naciones a tratar con seriedad una agenda internacional para frenar el avance de la corrupción, el narcotráfico y el comercio ilícito de armas.
Neptalí Carpio
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