Tino Santander

La elección fallida

Ricardo Belmont y la confusión electoral

La elección fallida
Tino Santander
28 de agosto del 2018

 

Ricardo Belmont está avanzando en su campaña a la alcaldía limeña porque alienta y atiza el peor trauma de mucha gente: el temor al otro, que es, en este caso, el temor a los migrantes venezolanos. Belmont presenta a esos migrantes como amenazas, arrebatadores de puestos de trabajo y de oportunidades. Con ese discurso manipulador y xenófobo está consiguiendo apoyo, sobre todo en los sectores populares.

Sin embargo, de ser elegido alcalde Belmont nada tendrá que ver desde su cargo con la política migratoria del Estado, y menos con los venezolanos que ingresan a nuestro país. Pero no le importa, pues para él —como antiguo vendedor de avisos publicitarios— la audacia es el juego. Su objetivo es ganar a como dé lugar la alcaldía, aunque para lograrlo fomente egoísmos, complejos y mezquindades en contra de los venezolanos. Este proceder perverso nos muestra la catadura moral del personaje, que es la misma con la que ejercería la alcaldía en caso de ganar la elección. ¿No es este un acto de corrupción?  

Cierta prensa ayuda ingenuamente a Belmont en su campaña al señalarlo como el enemigo de la migración venezolana. No se dan cuenta de que, al atacarlo de esa forma, lo ubican en la percepción pública como el candidato que se atreve a denunciar ese problema. Así, la candidez informativa de ciertos medios puede convertir esta elección municipal en un falso referendo, según el cual los electores tenemos que votar por Belmont (Perú) o por los migrantes (Venezuela). Con esta vil disyuntiva Belmont intenta encubrir y hacer olvidar su desastrosa gestión edilicia de hace apenas unos años. Su propósito es convertirse en el candidato antisistema, cuando en realidad encarna la parte más repudiable del sistema que nos gobierna: la que alienta el odio y la desconfianza hacia otras personas para alcanzar el poder.

La próxima elección municipal tiene las características de un proceso fallido. Los candidatos competidores realizan sus campañas bajo un sistema electoral que promueve el desorden y la confusión. Muestra de ello son las calles de la ciudad, que comienza a transformarse en gran feria electorera. Miles de afiches, paneles y pintas siguen apareciendo cada día y publicitan a decenas de postulantes, como mercadería barata para atrapar votos. En este ambiente difuso y ferial, la candidatura antimigrantes de Belmont destaca por su mensaje inmoral y carente de escrúpulos. Es parte de nuestra realidad política en la que todo vale para encaramarse en el poder.

 

Tino Santander
28 de agosto del 2018

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