Raul Labarthe

La derecha que Castillo necesita

No se puede combatir el totalitarismo sin ser un demócrata

La derecha que Castillo necesita
Raul Labarthe
24 de junio del 2022


El lector seguramente conoce las polémicas que se han producido esta semana entre la facción religiosa y ‘conservadora’ de la oposición, y Beto Ortiz, periodista y conductor de Willax TV. Esto hace necesario poner de relieve una serie de reflexiones y de lecciones importantes respecto a lo que ha representado el movimiento de oposición en el Perú en este último año.

Empecemos por entender que toda acción política real se constituye por el aglutinamiento de personas con diferentes opiniones, pero sobre la base de ideas comunes. Si el objetivo se trata, por ejemplo, de lograr un alza en el salario mínimo o una exoneración del IGV a la gasolina, se unirán con ese fin todos aquellos que estén de acuerdo, independientemente de su opinión con relación a otros temas. Obviarán sus diferencias en aras de ese fin compartido.

¿Qué unió a la oposición en un principio? Está claro que fue el anticomunismo, el rechazo a la infiltración senderista y emerretista en las filas del proyecto de las izquierdas formado a partir del apoyo a la candidatura de Pedro Castillo; el rechazo a un camino seguro hacia la instauración de una asamblea constituyente en el Perú y a la subsecuente destrucción del Estado de derecho. Eso fue lo que unió en un mismo frente a fujimoristas, religiosos, apristas, liberales, conservadores y una multiplicidad de personas con un diverso perfil de ideas. El primer canciller de Prusia, Otto von Bismark, decía que “la política es el arte de lo posible”, anteponiendo el pragmatismo al purismo de ideas que termina socavando el logro de los últimos fines en el desarrollo de una acción colectiva.

Por lo tanto, una disputa interna, como esta, ¿es un síntoma de qué? De varios problemas de fondo. En primer lugar, de desesperación por no lograr el objetivo de vacar a Pedro Castillo quien, a pesar de ser investigado por la Fiscalía, continúa en el cargo de presidente, contra todo pronóstico, por mucho más tiempo de lo que nuestra endeble situación económica ameritaría. Al perder las esperanzas, el frente común se tambalea; y ante la falta de liderazgo, empiezan los señalamientos cruzados responsabilizando al antiguo compañero de los presentes fracasos.

En segundo lugar, evidencia la existencia de fuerzas centrífugas que las próximas elecciones municipales y regionales empiezan a generar, en una coalición constituida por agrupaciones políticas que necesitan diferenciar su marca. Un mal síntoma, sin duda.

Además de esta ausencia de liderazgo y del cortoplacismo electoral, la lucha contra el comunismo y el autoritarismo se ve minada por un problema aún más profundo. ¿Son realmente democráticas todas las fuerzas que se abanderaron en la lucha contra Castillo? Y es que parece que algunos no comprenden que la única manera posible de defender el sistema político y económico vigente es aliarse con aquellos que lo defienden, dejando de lado todo aspecto adicional.

La humildad, la capacidad de poder aceptar las críticas, poner a un lado la propia agenda, y el arte de deliberar para poner al país por encima de las diferencias son la esencia de la democracia. Y no se puede combatir contra los antidemocráticos sin ser un demócrata. De otro modo, estamos siendo parte de la derecha que Castillo necesita.

Raul Labarthe
24 de junio del 2022

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