Jorge Varela
La democracia está siendo desmantelada
Afán de poder y devaluación democrática
Democracia Viva es el nombre de una fundación privada sin fines de lucro que supuestamente debía realizar determinados trabajos de bienestar social en beneficio directo de sectores desposeídos. Un objetivo para cuyo logro ha dispuesto de dineros provenientes del erario estatal. Durante años la sociedad civil –en la que surgió.. ha tenido el apoyo de corporaciones de similar naturaleza, lo que ha permitido cubrir de modo subsidiario tareas necesarias para una mejor convivencia y progreso común.
Existen diversas corporaciones que, como esta cuestionada organización, han crecido mediante el diseño y aplicación de una metodología funcional al financiamiento torcido de su accionar, bajo el amparo de dirigentes espurios que chapotean en aguas negras. Según consigna el Centro de Investigación Periodística (Ciper) el año 2022 se traspasaron por parte del Estado chileno recursos por casi 20,000 millones de pesos a entidades particulares vinculadas electoralmente al gobierno de turno (Ciper.cl. 3 de julio de 2023).
No es lo mismo entonces, hacer alarde deshonesto y mentiroso a los cuatro vientos de la expresión copulativa “democracia viva” que proclamar “viva la democracia”, porque en el caso específico expuesto dicha conjunción de palabras ha derivado en una “democracia muerta”, exactamente su antítesis e inspiración opuesta.
¿Qué hay tras estas corporaciones no gubernamentales convertidas en artefactos descompuestos por causa de la ambición de algunos políticos desalmados para quienes la democracia es tan solo un pretexto de enriquecimiento ilícito? ¿Qué hay además de sus tropelías y excesos? Convengamos, eso sí, en que aunque sus directivos y funcionarios se comporten como inmorales, tan necios no son.
El apetito de poder que obsesiona a quienes no vacilan en expoliar al todo social de sus recursos utilizando para ello medios fraudulentos, es un signo claro de devaluación democrática y de agonía del sistema de convivencia. La sociedad así pisoteada tiene derecho a protegerse del poder devastador de aquellos integrantes saqueadores que la erosionan desde adentro, atropellando la dignidad de sus miembros honestos. ¿Dónde ha quedado el respeto por el valor de las personas ofendidas que conforman el cuerpo social?
La democracia: ideal antropocéntrico
El teórico político australiano John Keane ha escrito que: la democracia es “el ideal más antropocéntrico jamás concebido”. (artículo “La muerte (rápida y lenta) de las democracias”. Letras Libres. 1 de mayo de 2023) A la luz de esta afirmación habrá que coincidir con Keane que estamos ante un constructo humano y como tal, ante un ideal imperfecto, ante un concepto cuya validez siempre estará sujeta al vaivén de la mente y del pensamiento de los hombres.
La democracia como construcción social ha sido esculpida a través del tiempo por seres pertenecientes a culturas diferentes. Es lo que explica determinados rasgos de su evolución histórica, sus ascensos y descensos, sus éxitos y sus fracasos estruendosos. De este modo nos muestra su gran fragilidad. A juicio de Keane, “se necesita al menos una vida para construirla, pero puede quedar destruida en un momento”. “La destrucción de la democracia es el triunfo del poder sin ataduras que unos pocos ejercen sobre otros”.
La democracia perece cuando los ciudadanos se ven obligados a sufrir la arrogancia de gobernantes impúdicos, de operadores políticos traicioneros, de demagogos populistas. Para que ella funcione requiere una sociedad libre de violencia, corrupción y humillación. Cuando es profanada anticipa su muerte.
Muerte lenta de las democracias
Andrés Malamud, investigador y politólogo argentino, expresa que “los golpes (militares) pasaron de moda pero las democracias se siguen desmoronando, ahora por la acción erosiva de quienes las atacan desde adentro… despacito…. Hasta la década de 1980, las democracias morían de golpe. Literalmente. Hoy no: ahora lo hacen de a poco, lentamente. Se desangran entre la indignación del electorado y la acción corrosiva de los demagogos”.
“Como la rana a baño maría, la ciudadanía puede tardar demasiado en darse cuenta de que la democracia está siendo desmantelada” (Andrés Malamud. “¿Se está muriendo la democracia?”. Nueva Sociedad. Nº 282, julio-agosto de 2019).
“La abdicación de la responsabilidad política por parte de los moderados es el umbral de la victoria de los extremistas”.
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