La construcción narrativa de la crisis

Más allá del análisis político sobre los lamentables hechos ocurridos estos últimos días en nuestro país, y que jamás deben repetirse, amerita una reflexión aparte la construcción narrativa de la crisis, y la velocidad con la que se forma la opinión pública en nuestros días. En nuestra sociedad actual –en la que, según encuestas y especialistas, el promedio de lectura no es muy alentador (se estima que leemos un promedio de uno o dos libros al año)–, la imagen como recurso informativo cumple, hoy en día, una función muy relevante. 

Las caricaturas y los memes, en los casos de los periódicos y las redes sociales, respectivamente, estuvieron presentes a lo largo de la construcción de la narrativa de la crisis política y social de noviembre. Por un lado, un personaje era caricaturizado como un dinosaurio o una rata; y del otro lado, un Quijote de la Mancha. Dos imágenes para dos momentos, un antes y un después. La eterna antítesis de la noche que precede a la mañana.

De igual manera, ciertos textos se caracterizaron por incorporar términos como “de facto” y “golpista” en sus principales noticias, incluso a nivel de portada de diario, que fueron difundidas tanto en formato físico y virtual. Esto contribuyó a posicionar una narrativa de la crisis por encima de la otra, en una batalla permanente por la formación de la opinión pública. Algo sumamente importante, porque genera respaldo.

La repetición de un mensaje a través de diferentes canales de comunicación (TV, radio, periódicos, redes sociales, etc.) logró posicionar una de ambas narrativas de la crisis. Según planteaba el profesor español Fermín Bouza, en su teoría de la agenda setting, los medios de comunicación determinan los grandes temas de debate nacional. Gran parte de lo que usted comenta con su familia, ya sea en los momentos de la cena o del almuerzo, está predeterminado por los medios. 

Entonces, si la mayoría de personas parecen estar de acuerdo sobre un mismo asunto de interés, deben estar en lo cierto, y, lo más importante, debe ser verdad  lo que afirman. Por lo tanto, ¿no será usted el equivocado?, ¿por qué habría de oponerse?, ¿por qué iría contra la corriente? 

Lo romántico, como componente narrativo, es otra característica. Superados los trágicos episodios, y con el triunfo de una de las narrativas de la crisis, esta pasa a reforzarse con “la aceptación”. Y lo testimonial es muy útil. El “yo”, “yo vi”, “yo confieso”, “yo les cuento”; el poder de la primera persona para darle mayor credibilidad a lo narrativo. Así, por ejemplo, se urde la historia de dos personajes que encuentran el amor en una manifestación social y, al final, el autor de la historia emite un juicio de valoración: primero, felicita a ambos por participar de la misma causa social, y luego celebra su amor o unión. Todo acompañado por un dibujo con corazones.

Aliados importantes para lograr que la narrativa tenga un mayor alcance son los medios de comunicación y los formadores de opinión. Hoy en día, la persona que tiene el micrófono no necesariamente es periodista. Pueden ser economistas, sociólogos, politólogos, abogados, etc.

¿Somos lo que vemos? En tiempos en que es más fácil leer una separata que un libro, el uso de recursos informativos –como YouTube, redes sociales, mensajes de Whatsapp, TikTok–, cobra enorme relevancia en la formación de la opinión pública. Pero la rapidez con la que se forma un juicio o una opinión hoy en día es de temer. Así, a los fast food, donde la promoción (hamburguesa, papas, gaseosa) está lista para llevar, se suma una especie de fast news, porque no hay tiempo para un proceso reflexivo (esta es “la verdad”, toma y consume). 

En este contexto resulta pertinente reconsiderar la importancia del libro (sí, ese viejo amigo que no descarga baterías). Un meme jamás superará el trabajo intelectual y el proceso reflexivo que implica la lectura de un libro. Leer para entender y hacer, he allí “la mejor promoción”.